Pago en planillas consume el 65% del presupuesto educativo en Perú


En el colegio, escuchamos la famosa frase: “los jóvenes son el futuro del país”. La afirmación es completamente correcta, pero si el Estado es ineficiente en la gestión de la calidad educativa, la premisa de optimismo se verá estancada por una pésima gestión.
En 2025, según el Ministerio de Economía, el sector educación recibió un presupuesto de S/ 49,918 millones, financiado con el dinero del bolsillo de los contribuyentes. Del total de ese presupuesto, el 65% se destinó al pago de planillas y menos del 25% en proyectos de inversión enfocados en mejorar la infraestructura o calidad educativa. Una tendencia que se ha mantenido en los últimos cinco años. Año tras año, los contribuyentes se ven asfixiados por impuestos altos, pero en la práctica ese dinero no se ve traducido en resultados reales como la mejora de la calidad educativa.
Como vemos, existe una distribución desigual en cuanto al presupuesto destinado a proyectos de inversión y el pago de planillas. Con un alto gasto en planillas se esperaría que los colegios públicos cuenten con profesores de calidad, capacitados para atender las deficiencias pedagógicas de sus estudiantes, pero la realidad es completamente otra.
PAGAMOS MÁS DE LO QUE APRENDEMOS
En 2012, se promovió la Ley de Reforma Magisterial como una opción para ingresar a la carrera público magisterial basada en el mérito. En 2022 y 2023, se aprobaron 128,000 y 67,117 postulantes, respectivamente, cifras superiores al promedio del 21.8% entre el 2015 y 2019. Pese a que los aprobados son altos, esto se debe a un retroceso en la dificultad de las pruebas en los últimos años. Además, el nombramiento por mérito se vio debilitado por la incorporación de docentes sin concurso.
En 2024, según el MINEDU, 7 de cada 10 maestros no alcanzaron el nivel requerido en conocimientos pedagógicos para incentivar el desarrollo de competencias clave en alumnos. Ese mismo año, el Congreso aprobó la reincorporación de 14 mil docentes que habían sido cesados por no cumplir con los requisitos de ley, como aprobar la prueba nacional docente. ¿Los contribuyentes deben seguir financiando un sistema que no da resultados? Pese al grave estado de la calidad docente en el país, en la última década el sueldo de docente se ha duplicado. Según el MINEDU, el salario base del magisterio pasó de S/ 1,555 a S/ 3,100 (99% más). Porcentaje mucho mayor al de países como Chile (48%) y México (58%).
EDUCACIÓN SUPERIOR EN DETERIORO
Según la Superintendencia Nacional de Educación Superior (SUNEDU), en 2023, el 56% de carreras universitarias evaluadas por la entidad no superaron el puntaje mínimo de calidad. Además, el gasto anual por alumno en las universidades públicas es de solo S/ 8.589. Por otro lado, la mayoría de universidades no alcanzan los estándares mínimos. Según el top 100 del QS Latin América 2025, solo cuatro universidades peruanas figuran en el top 100, frente a países como Chile que tiene 16 universidades en este top.
Pese a estas deficiencias, el Congreso de la República ha creado 12 nuevas universidades desde el 2011. En esa misma línea, el congreso aprobó un predictamen para crear 20 nuevas universidad públicas en 15 regiones del país, sin un análisis ni sustento técnico. Según el Centro para el Análisis de Políticas Públicas de Educación (CAPPES), esta propuesta demandaría una inversión de S/ 2,100 millones.
ESTUDIANTES QUE PAGAN LAS CONSECUENCIAS DE UN SISTEMA FALLIDO
Los más afectados son los estudiantes. Según los últimos resultados de las Pruebas PISA 2022, el rendimiento académico de los estudiantes disminuyó. 7 de cada 10 alumnos no alcanzaron el nivel mínimo en matemática y 5 de cada 10 no entienden lo que leen.
La paradoja aquí es clara: millonario gasto en sueldo, pero los resultados en calidad educativa siguen siendo deficientes. Mientras tanto, ¿quién sostiene esta ineficiencia? el dinero de los contribuyentes que, pese a pagar altos impuestos, no ven reflejado su dinero en mejoras sustanciales. Siempre nos repiten: “los jóvenes son el futuro del país”, pero la ineficiencia en la distribución de recursos y la mala gestión por parte de los autoridades ha perpetuado la precariedad en la que estudian miles de estudiantes, afectando su desarrollo y futuro.
