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“Desastre de irresponsabilidad fiscal”: así califica The Economist al proyecto en Chile de nueva Constitución

Redacción Vigilante Publicado 5:24 pm, 14 Julio, 2022

La influyente revista británica llama a los votantes del país del sur a rechazar texto en el plebiscito de septiembre, porque es una lista de deseos de la izquierda que atenta contra la propiedad privada, el empleo y afectará el equilibrio de poderes.

Prestigiosa revista británica explica las razones por las cuales los chilenos debería rechazar la propuesta constitucional.

“En lugar de desechar la vieja constitución, los chilenos deberían desechar la nueva”. Así de contundente fue la postura de la influyente revista británica The Economist, tras revisar y analizar el proyecto de nueva Constitución que se someterá a plebiscito previsto para el 4 de septiembre en ese país.

La publicación califica el nuevo texto constitucional como “un desastre de irresponsabilidad fiscal”, que incluye una lista de deseos de la izquierda que es inviable de aplicar y es además “absurdamente larga, con 388 artículos”, pese a que omitió algunas de las peores ideas ventiladas en la asamblea constituyente, dominada por la izquierda.

“Entre ellas, la nacionalización de todos los recursos naturales (la minería genera el 12% del PIB) y la supresión de la Cámara Alta”, apunta The Economist.

“El Banco Central mantiene su independencia, aunque sus competencias se han ampliado para incluir la protección del empleo, el cuidado del medio ambiente y el patrimonio natural”, agrega la revista.

La prestigiosa publicación subraya que “el proyecto es un embrollo confuso, lleno de un lenguaje vago que garantiza más o menos décadas de disputas sobre lo que realmente significa”. 

Por ejemplo, menciona que la “naturaleza” tendría derechos. El proyecto incluye la palabra “género” 39 veces, y las sentencias judiciales, la policía y el sistema nacional de salud tendrán que funcionar con una “perspectiva de género”, concepto que no define.

The Economist también sostiene que “el proyecto es mucho menos favorable a las empresas o al crecimiento que la Constitución actual”, porque le da a los sindicatos el derecho exclusivo a representar a los trabajadores, les garantiza la participación en la toma de decisiones de las empresas y les permite hacer huelga por cualquier motivo, no solo los relacionados con el trabajo. 

Por ejemplo, el texto dice que todo el mundo tiene “derecho al trabajo” y que “se prohíbe toda forma de precariedad laboral”. “Esto podría dificultar el despido. Los propietarios de tierras, como los agricultores, podrían perder los derechos de propiedad del agua en sus tierras. La compensación por las tierras expropiadas no sería a precio de mercado, sino a lo que el Congreso considere justo”, apunta la revista.

Otro riesgo identificado es que los controles legales del gobierno se diluirían y un nuevo consejo tendría poder sobre todos los nombramientos judiciales. Además, el proyecto modifica el proceso presupuestario al otorgar al Congreso nuevos poderes para proponer proyectos de ley de gastos, aunque el presidente pueda vetarlos.

The Economist señala que el texto constitucional es “ridículamente amplio”, menciona que el Estado debe “promover el patrimonio culinario y gastronómico” de Chile y reconocer “la espiritualidad como elemento esencial del ser humano”. 

También menciona que todos tienen “derecho al deporte” y que el Estado promoverá “una educación basada en la empatía y el respeto a los animales”.

“La antigua constitución chilena no era perfecta. De hecho, ha sido modificada casi 60 veces. Pero comparada con la que se propone sustituir, es un dechado de claridad. Y lo que es más importante, el antiguo proyecto de gobierno funciona. Desde que se restauró la democracia, Chile ha sido un éxito latinoamericano. El PIB por persona se ha triplicado desde 1990 y la pobreza ha disminuido”.

The Economist, publicación británica

Por último, la revista dice que cuando el proyecto se someta a referéndum en septiembre, los chilenos deberían rechazarlo, y luego el Congreso debería hacer un esfuerzo para reformar la Constitución vigente y aplacar el descontento de los chilenos, “facilitando la construcción de un sólido Estado del bienestar”, apunta The Economist.

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