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Editorial: No me gustan tus protestas, ataco a sus líderes, por José Ignacio Beteta

Redacción Vigilante Publicado 11:29 am, 20 Abril, 2022

Ciertos sectores ideológicos tienen un particular modo de analizar los hechos y una estrategia conocida para desprestigiar aquellos eventos que consideran una amenaza.

La plataforma Wayka se centró en atacar hace poco a algunos participantes de las marchas contra el gobierno de Castillo, específicamente a dos ciudadanos que no ocupan ningún cargo público, no pertenecen a ningún partido político, y no tienen ningún proceso judicial en su contra, Jorge Lazarte y Cristóbal Cillóniz. Hoy quisiéramos centrarnos en el primero.

Jorge Lazarte nació en Lima, de padres y abuelos iqueños, arequipeños, cusqueños y tacneños. Se graduó como abogado en el año 2000 con la más alta calificación que otorga la Pontificia Universidad Católica del Perú y estudió Derecho de los Negocios en la Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid. Luego ejerció su profesión en diversos estudios de Perú y el extranjero. Los últimos 10 años estuvo laboralmente vinculado al grupo Intercorp, en el cual dejó de trabajar hace poco menos de un año para fundar el movimiento Integridad.

Jorge Lazarte, un líder emergente y fundador del movimiento Integridad.

Es aquí donde tocamos carne. Por lo descrito, Lazarte es un profesional de buen nivel y una persona proba. No es empresario ni accionista ni director de empresas. Pero desde el movimiento Integridad ha impulsado varias iniciativas que no son del agrado de los aliados de Castillo, es decir, de Wayka y compañía. Aquí algunas de ellas:

  1. La presentación del proyecto de ley que impide la convocatoria a una Asamblea Constituyente sin aprobación previa del Congreso, acogido y aprobado multipartidariamente.
  2. La obtención de un pronunciamiento del Tribunal de Transparencia que obliga a Pedro Castillo a entregar la lista de reuniones sostenidas clandestinamente en Sarratea.
  3. La presentación de un proyecto de ley para facilitar la elección de los miembros del Jurado Nacional de Elecciones, acogido por Fuerza Popular.
  4. La presentación de un proyecto de ley para derogar las normas que restringen la tercerización de labores privadas, acogido por Avanza País.
  5. La presentación de dos acusaciones constitucionales contra Pedro Castillo y sus ministros por graves infracciones a la Constitución.

Lo que no aceptan colectivos, algunas ONG, plataformas y líderes aliados de Castillo -repito- es que en la actualidad este abogado es quizás uno de los más incisivos líderes emergentes de la oposición, por su enfrentamiento abierto a los abusos del gobierno y es para muchos una esperanza de liderazgo en medio de la crisis política que atravesamos.

Wayka, atacándolo personalmente, no hizo periodismo, hizo propaganda y política encubierta y con “p” minúscula, sin haberle pedido declaraciones a los afectados antes de su publicación, que es lo mínimo que se espera de cualquier periodista.

La libertad de prensa no es una carta en blanco para injuriar y desinformar. Es la garantía para quienes cumplen dicha labor con ética y responsabilidad. Un periodismo ético cumple con valorar los hechos, verificar los datos y difundir la noticias desde diversos puntos de vista. No ataca con mentiras.

Todos tenemos una ideología de fondo, todos tenemos principios y valores. Todas las marchas -sindicales, ciudadanas, políticas- tienen de alguna forma legitimidad para quienes las organizan. Esto no está en cuestión ni es un problema.

El problema llega cuando para defender una ideología o deslegitimar las acciones del “contrincante ideológico”, algunos pierden de vista los límites que impone la ética periodística. Y cuando llegamos a este punto, perdemos la posibilidad de unirnos para construir un país más maduro políticamente, mejor educado, mejor informado, más pacífico, más reconciliado.

Wayka llega a millones de personas y tiene la oportunidad de plantear un discurso de unidad y no de división, de diálogo en vez de ataques personales. Tengo la firme esperanza de que algún día lo hará, porque mucha responsabilidad cae sobre sus hombros.

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