Salud en Puno: la anemia se vuelve el enemigo invisible que no se combate por la desidia de las autoridades
Todos hemos escuchado la popular frase “los niños son el futuro del país”, pero muy pocos le han prestado atención realmente. Esto se refleja en la mediocre gestión de las autoridades locales en sus respectivas jurisdicciones a favor de programas que promueven la buena nutrición de niños o la erradicación de la anemia. Lo mismo ocurre con proyectos que beneficiarían a la ciudadanía y que evitarían que cientos de familias presenten serios problemas para tener agua en sus hogares o la posibilidad de adquirir productos frescos.
Puno, para desdicha de muchos, es la región que lidera la lista de anemia en Perú. Actualmente, este departamento cuenta con una población infantil menor a los 35 meses de edad de 50,969 habitantes, de los cuales el 69.4% presenta deficiencia de hierro en la sangre. Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar de 2020 (ENDES), esta cifra es ampliamente superior al promedio nacional (40%) y, además, indica que 7 de cada 10 niños tiene anemia en el departamento.
Sin lugar a dudas, este es un problema sistemático que involucra a las familias puneñas, pero, sobre todo, a las autoridades locales, las cuales han demostrado no estar capacitadas para gestionar el presupuesto público de manera adecuada ni para mitigar conflictos que atentan contra el desarrollo del departamento.
Lamentablemente, esta región cuenta con 13 conflictos sociales (9 activos y 4 latentes) -cifra que representa un 6% del número total de conflictos sociales reportados a nivel nacional (221) hasta septiembre de 2022- que imposibilitan que los gobernantes enfoquen su atención exclusivamente en la prevención de enfermedades como la anemia y que, a su vez, impiden mejorar el acceso a servicios públicos de calidad a aquellas personas en situación de vulnerabilidad.
Para comprender a detalle por qué la pobreza monetaria de la región y el limitado acceso a servicios básicos está relacionado con los altos índices de anemia en infantes, debemos considerar que el nivel de pobreza en Puno es de 42.6%, según la Encuesta Nacional de Hogares de 2021 (ENAHO). Esto hace referencia a que únicamente el 3.6% de hogares presenta los niveles de cloro adecuados en el agua, el 68.4% tiene acceso a agua vía red pública, el 64.5% tiene acceso a saneamiento o pozo séptico, el 90.8% tiene acceso a electricidad y que el 88.4% tiene acceso a telefonía. Solo el 53.2% tiene acceso al paquete de 3 servicios (agua, electricidad y telefonía).
Si un alto porcentaje de familias no cuenta con un acceso óptimo a servicios básicos, nos enfrentamos a un problema aún más grande, el cual revela por qué estas personas no cuentan con una orientación adecuada para alimentar correctamente a los niños. Si bien existen programas estatales que cumplen la función de promover una buena alimentación infantil, es preciso señalar que la estrategia no está surtiendo efecto por el bajo nivel de ejecución presupuestal. Por ejemplo, en 2021, el Programa Articulado Nutricional recibió un total de S/.170 millones, pero solo se hizo uso del 69% del dinero. El caso del Programa de Salud Materno Neonatal es similar debido a que, de los S/.116 millones asignados, se retornó el 19.3%.
¿Qué están haciendo las nuevas autoridades para revertir estas cifras y evitar que miles de niños continúen enfermándose? ¿Acaso no es momento de que los gobernantes locales comiencen a impulsar proyectos para prevenir la anemia y desnutrición infantil en lugar de azuzar a la ciudadanía para marchar a favor de una agenda política?