¿Cómo afecta el bajo crecimiento económico al empleo y a las familias en el Perú?
La alta inestabilidad política y la incertidumbre por la falta de un rumbo claro del gobierno de Pedro Castillo siguen debilitando la confianza empresarial y el consumo privado, en medio de una fuerte inflación y la precarización del mercado laboral.
Luego del efecto positivo del “rebote” pospandemia, el crecimiento económico en Perú comenzó a moderarse y a reflejar mejor el verdadero ritmo de crecimiento de la economía nacional, afectada por la alta inestabilidad política y la incertidumbre por la falta de un rumbo claro del gobierno de Pedro Castillo.
En agosto, el PBI registró su segundo mes consecutivo creciendo por debajo del 2%, por dos factores: por un lado la caída en la producción de los sectores primarios, y por otro el debilitamiento de la inversión privada y el consumo de las familias.
Los sectores primarios tuvieron un mal desempeño en agosto, sobre todo por la caída de la producción minera por segundo mes consecutivo, en medio de la menor producción de cobre, zinc y plata, en un contexto de alta conflictividad social con bloqueos de vías y movilizaciones en regiones como Apurímac, Cusco y Pasco.
Además, sectores más relacionados con la inversión empresarial y el consumo de los hogares han comenzado a mostrar menor dinamismo por la incertidumbre económica que hay en el país.
“El entorno regulatorio y político incierto, sumado al aumento de costos de financiamiento, estaría moderando el crecimiento de la inversión empresarial. Evidencia de ello, el crédito empresarial, ajustado por inflación, cayó 7% con respecto al 2021 por tercer mes consecutivo. Similarmente, las importaciones de bienes de capital (excluyendo materiales de construcción) mantuvieron su tendencia de caída de los últimos meses”, señala un informe de Apoyo Consultoría.
Otro factor que afecta el bolsillo de las familias es el fuerte incremento de la inflación, que además estaría comenzando a limitar el crecimiento en actividades beneficiadas anteriormente por la reapertura y el “rebote” pospandemia, como el comercio y restaurantes que aunque se mantuvieron en terreno positivo, lo hicieron a un menor ritmo al observado en meses previos.
Entonces, tenemos que al menor ritmo de crecimiento económico, que restringe la generación de empleo, se suma el alza de precios que afecta la capacidad adquisitiva de las familias.
“El menor dinamismo en sectores más intensivos en mano de obra se ha traducido en un enfriamiento de la demanda laboral. De hecho, el empleo total en Lima ha comenzado a crecer a un ritmo más bajo, a medida que se disipa el ‘rebote’”, sostiene Apoyo.
“Incluso, mes a mes, el número de personas empleadas registró cuatro meses consecutivos de retroceso. Más aún, el desempleo en Lima ha comenzado a aumentar nuevamente y el porcentaje de consumidores que considera más difícil conseguir empleo se ubicó por encima del 60%”, agrega la consultora.
¿En que se traduce esto? En que en medio de este contexto más adverso, las personas están trabajando más horas, pero los ingresos reales se mantienen muy deteriorados.
De hecho, el número de horas promedio trabajadas a la semana sigue incrementándose, pero en contraste, el ingreso real promedio por hora cayó 3% con respecto al 2021 y se mantuvo casi 20% por debajo de su nivel prepandemia.
También se observa que, a nivel nacional, los ingresos laborales formales muestran señales de deterioro. Esto se refleja en el pago de impuesto a la renta de quinta categoría, relacionado con los ingresos de trabajadores formales de mayores ingresos, indicador que registró su tercer mes de caída interanual en setiembre pasado.
“Hacia delante, esperamos que el crecimiento económico se mantenga bajo, especialmente en sectores vinculados con la demanda local. El inicio de la fase de producción del proyecto Quellaveco probablemente impulsará el crecimiento minero durante los próximos meses; sin embargo, los sectores más vinculados con la demanda de las familias y empresas continuarían creciendo a un ritmo bajo en lo que resta del año”, sostiene Apoyo.
En concreto, la consultora proyecta que las exportaciones crezcan 6,6% en el último trimestre del año, mientras que las ventas locales crecerían solo 1,0%. “En este contexto, esperamos que el crecimiento del empleo se mantenga bajo y que los ingresos reales sigan afectados por la alta inflación”, concluye el reporte.