El Estado se queda casi con 37% de lo que gana un trabajador formal
La Asociación de Contribuyentes actualizó el índice de libertad del contribuyente para el año 2021, y los hallazgos son tremendos.
(*) La Asociación de Contribuyentes actualizó el Índice de Libertad del Contribuyente, instrumento que caracteriza al trabajador formal peruano, lo ubica por región y sector, para luego describir, en primer lugar, cuántos días al año tiene que trabajar para pagarle al Estado todas sus contribuciones e impuestos y, en segundo lugar, cuánto de sus ingresos son restringidos o capturados por la burocracia estatal.
La Asociación de Contribuyentes actualizó el Índice de Libertad del Contribuyente, instrumento que caracteriza al trabajador formal peruano, lo ubica por región y sector, para luego describir, en primer lugar, cuántos días al año tiene que trabajar para pagarle al Estado todas sus contribuciones e impuestos y, en segundo lugar, cuánto de sus ingresos son restringidos o capturados por la burocracia estatal.
Para el 2021, los hallazgos son tremendos: un trabajador formal peruano promedio dedica 134 días exclusivamente para poder cubrir impuestos de distintas categorías para el Estado: IGV, descuentos judiciales, otros descuentos y contribuciones que debe aportar al sistema de pensiones. Visto de otra forma, el Estado peruano restringe el 36,8% de los ingresos del contribuyente formal.
Otro dato sorprendente es que crece la cantidad de contribuyentes formales que trabaja en el Estado (Educación, Salud, Fuerzas Armadas y Policía Nacional del Perú), algo que no habla nada bien de nuestro mercado laboral. Mientras más trabajadores tenga el Estado, menos independientes serán para combatir la corrupción, criticar o revelar las ineficiencias, malgasto y malas prácticas de sus líderes, ministros, autoridades o jefes, dado que sus ingresos dependen de ellos.
Otra sería la historia si el mercado laboral privado creciera, pero no es así. Se reduce el empleo formal y crece el empleo precario e informal. El informe de la Asociación de Contribuyentes muestra que en comparación al 2016, hoy tenemos 600 mil trabajadores formales menos, y prácticamente 2.5 millones de trabajadores informales más.
Finalmente, la carga tributaria se asienta en unos cuantos peruanos. Mientras que en el 2016, el 11% de trabajadores formales pagaba algún tipo de impuesto, hoy solo lo hace el 9%. Y si hablamos del total de trabajadores peruanos (formales e informales), quienes contribuyen de alguna manera (renta, pensiones, descuentos, entre otros), solo constituyen el 2.1% de toda la población económicamente activa ocupada.
Las conclusiones son claras. Un país no se puede sostener con un mercado laboral poco productivo, mayoritariamente empleado por el Estado, informal, que no aumenta considerablemente sus ingresos y que, para colmo, cada año pareciera trabajar más para pagar impuestos o ver sus ingresos restringidos por un Estado que prácticamente no le da nada a cambio y que, por el contrario, sigue incrementando sus gastos como burocracia.
En 2023, el Estado peruano busca gastar un 9% más que en 2022, cuando según la Contraloría General de la República, lo que se pierda en corrupción, asciende a más de 24 mil millones de soles, la ejecución presupuestal de inversión pública a las justas y alcanza el 70%, mientras que el gasto corriente y la planilla del Estado crecen sin parar. ¿Tiene futuro un país así?
Gana más el que menos produce
Todos sabemos que el presupuesto del Estado viene de las recaudaciones, principalmente, del sector privado. Es la empresa formal, grande, mediana y pequeña, la que paga la cuenta.
Siendo así las cosas, el empresario peruano y el trabajador formal del sector privado, deberían no solo ser los primeros beneficiarios de buenos servicios públicos, sino también de muchas facilidades para crear, sostener y hacer crecer su empresa. Pero esto no ocurre.
Hoy, el Ministerio de Trabajo castiga al empresario con decretos que intervienen el núcleo de su negocio o lo dejan a merced de una sindicalización informal, desordenada y destructiva.
El resultado se ve también en el último Índice de Libertad del Contribuyente. Hoy, un funcionario que no produce riqueza, sino que la gasta y a veces solo “calienta el asiento”, gana más que un trabajador del sector privado. El promedio salarial de un empleado público es de S/. 2,326 y el de un trabajador de una empresa privada es de S/. 1,217.
(*) Informe elaborado por la Asociación de Contribuyentes y publicado originalmente en Perú21.