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Editorial: 8 de marzo: conciencia, complementariedad y amor, por José Ignacio Beteta

Redacción Vigilante Publicado 1:18 pm, 8 marzo, 2022

Voy directo al tema que siempre nos divide en días como este. Entendámoslo bien: el feminismo tenía que “ocurrir”, era necesario. Movimientos como #Niunamenos y #Metoo eran dos puertas que se debían abrir para que broten todas las inquietudes, reclamos, sufrimientos, pasiones, anhelos, proyectos y soluciones que las mujeres tenían adentro y no podían sacar con libertad.

Un mundo en el que el trato a la mujer era “diferente” por “discriminatorio” va desapareciendo lentamente. La cancha se balancea gracias a que, día a día, la solidaridad entre mujeres crece. La exposición de tantas diferencias injustas, situaciones dolorosas y traumáticas ha cohesionado a las mujeres, y gracias a la globalización, lo ha hecho de una forma sin precedentes.

En esta línea, los extremos del feminismo deben ser tratados como tales, como esquirlas de la explosión y balas perdidas que lamentablemente se disparan en una batalla que tenía que ocurrir. Pero los extremos no pueden ser considerados parte de la situación a la que se busca llegar. La valoración profunda de la conexión y complementariedad que existen entre hombres y mujeres debería dar lugar a una cultura de amor.

Hay mucho por hacer para lograr que la complementariedad entre hombre y mujer se traduzca en el trabajo, el hogar, la política, en todos los ámbitos humanos, pero debe alegrarnos mucho saber que hoy nuestras hijas crecen en una sociedad distinta, un poco mas consciente.

Nuestras niñas crecen hoy con la conciencia de que pueden competir, ganar, construir, y de que ningún hombre puede cancelarlas, humillarlas o hacerles daño. Padres y familias mas comprometidos, apoyados por una gran cantidad de información, colectivos, grupos, líderes que empoderan a la mujer y le dan ánimo para salir adelante, son una señal de que vamos por el camino correcto.

Hasta la ley se va adecuando a los nuevos tiempos. Los cambios legislativos de las últimas décadas y a nivel mundial, son una señal de que mujeres y hombres tendrán en el futuro la cancha con el mismo nivel y las mismas condiciones (eso espero).

Ahora bien, todo este camino de reconciliar a hombres y mujeres, sanarlos, y reunirlos en una nueva cultura de complementariedad y amor no será posible sino “des-sexualizamos” nuestras relaciones y espacios. Y esto es difícil.

La sexualización (entendida como cosificación y absolutización de lo físico o estético) de la mujer no solo parte del hombre y sus distorsiones antropológicas; viene principalmente del mercado, de la prensa, las redes sociales, la pornografía, el cine y los espectáculos televisivos.

Debemos construir un espacio real y digital en el que la mujer pueda sentirse libre de patrones, estándares, estereotipos, etiquetas, imágenes, fantasías, productos, modelos que hoy le venden para que se sienta más valiosa, querida y atractiva. Su autoestima no puede depender de esta cultura consumista y utilitaria en la que estamos inmersos.

Finalmente, hay un universo de posibilidades positivas y excitantes para fortalecer otros vínculos más profundos entre hombres y mujeres: vínculos espirituales, psicológicos, afectivos, laborales, académicos, artísticos, de paternidad y maternidad, vínculos que son más significativos, relevantes y trascendentes para ambos. Mujer y hombre comparten esta nueva etapa en la historia y deben trabajar en equipo dando y recibiendo, amando y dejándose amar, renunciando y conquistando, en balance, en paz, en conciencia. Hoy día manifestemos que vamos por el camino correcto y miremos el futuro con esperanza, sin odios y amarguras.

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