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Editorial: A mis amigos, regalos libres. Al contribuyente, regalos notariales, por José Ignacio Beteta

Redacción Vigilante Publicado 5:51 pm, 7 Marzo, 2022

Mientras con una mano el presidente Pedro Castillo mantiene a sus sobrinos, familiares, amigos y paisanos en los cargos más altos del Estado, y regala además otros tantos puestos a militantes, oficialistas y defensores del régimen; con la otra mano manda al Congreso un Decreto Legislativo (1527) que modifica la Ley del Impuesto a la Renta de modo que ningún peruano pueda incrementar su patrimonio a través de “donaciones” o “regalos” de terceros, salvo que estos se sustenten en una Escritura Pública.

Esto, querido contribuyente, significa que, de aprobarse la norma en el Congreso (algo que no creemos probable), todos estaríamos obligados a sustentar en una notaría (como si no ganaran ya bastante con tanta burocracia) y ante registros públicos los regalos que nos hacen en matrimonios, bautizos, quinceañeros, bodas de plata, graduaciones, entre otros eventos. Adiós regalos entre ciudadanos, pero bienvenidos los regalos de puestos, obras y coimas en el Estado.

Todo regalo cuyo valor supere el 25% de la UIT es decir S/.1,150, deberá ser sustentado en una “Escritura Pública” o documento notarial con la firma de quien regala y de quien recibe el regalo. La iniciativa es desproporcionada y abusiva: ganan unos pocos (costos notariales y registrales) y pierden muchos (millones de peruanos que ahora ven invadida su vida familiar de la noche a la mañana).

Las notarías de por sí ya deberían desaparecer de la mayoría de trámites que los ciudadanos realizamos. Un sistema de blockchain (herramienta tecnológica de registro exacto de procedimientos e información de modo que no se puedan alterar pasos o corromperlos en el camino) podría suplir la necesidad de transparencia y legalidad de casi todos los documentos que emitimos.

Pero esta iniciativa raya en lo ridículo. Si el Estado quiere luchar contra la evasión de impuestos, que mejore la recaudación tributaria en la Sierra y la Selva, en sus zonas rurales, donde la informalidad llega al 90%; que se dedique a bancarizar a transportistas informales, mineros informales e ilegales, comerciantes mayoristas, proveedores de maquinarias, equipos y automóviles en provincias, entre otros tantos actores que se escapan del fisco todos los días.

Es inmoral -repito, inmoral- seguir apretando a los contribuyentes que ya pagamos impuestos y a aquellos que no tienen de dónde. Es inmoral además que con el dinero que se recauda no se invierta rápida y transparentemente en infraestructura de servicios, seguridad, justicia, educación y salud.

Que paren las coimas, los clubes del dragón, la repartija de cargos en el poder ejecutivo, las reuniones clandestinas, y que se promuevan facilidades para crear empresa, para hacerla crecer, para que más emprendedores peruanos se vuelvan formales. ¿Tan difícil es transitar el camino correcto al crecimiento y el desarrollo? ¿Tan ignorantes son nuestros políticos y autoridades?

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