Suecia: del caos económico al crecimiento sostenible, una lección para el Perú

Tras una profunda crisis en los años 90, Suecia logró transformar su economía reduciendo impuestos, promoviendo la competencia y apostando por la libertad económica. Desde la Asociación de Contribuyentes del Perú, destacan que el país puede aprender de ese modelo para impulsar la formalización y el desarrollo.
Redacción Vigilante Publicado 11:43 am, 24 octubre, 2025

En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Suecia consolidó un modelo de bienestar social con fuerte intervención estatal. Durante los años 60 y 70, el país experimentó un auge de gasto público, subsidios y altos impuestos que, aunque brindaron estabilidad temporal, derivaron en déficits fiscales, inflación y pérdida de competitividad. Ante la crisis económica de los años 80 y 90, el gobierno sueco decidió aplicar una reforma radical: bajó el impuesto a las ganancias empresariales del 57% al 30%, y hoy se ubica en 20.6%. Además, eliminó los impuestos a la riqueza y a la herencia, privatizó empresas estatales —entre ellas el banco SHB, la compañía de telecomunicaciones y la automotriz Volvo— y promovió la libertad económica.

El cambio no se limitó al ámbito fiscal. Suecia introdujo el sistema de vouchers educativos, que permite a los padres elegir entre colegios públicos o privados con financiamiento estatal, fomentando la competencia y mejorando la calidad del sistema educativo. La combinación de impuestos moderados, innovación empresarial y un Estado eficiente permitió recuperar el crecimiento, reducir el desempleo y equilibrar las cuentas públicas. Hoy, Suecia destaca como una de las economías más competitivas del mundo, con una alta inversión en investigación y desarrollo, educación de primer nivel y servicios públicos que generan confianza entre los contribuyentes. Los ciudadanos pagan altos impuestos personales, pero lo hacen convencidos de que reciben servicios de calidad a cambio.

¿Puede el Perú seguir el modelo sueco?

Desde la Asociación de Contribuyentes del Perú, se señala que el país puede extraer lecciones de este proceso en Suecia. “En el Perú se deben eliminar impuestos absurdos que asfixian a las pequeñas empresas y no promueven la formalización. La clave es simplificar el sistema tributario y hacerlo predecible y justo”, sostiene.

Entre las propuestas, destacan promover regímenes exitosos como la Ley de Promoción Agraria, que duplicó el empleo formal y generó más de 100 mil puestos directos al año. En contraste, advierten sobre el costo de mantener empresas públicas ineficientes, como Petroperú, cuya deuda supera los US$7,000 millones.

La Asociación remarca que el reto peruano pasa por fortalecer la libertad económica, ampliar la base tributaria y mejorar la gestión del Estado. “No se trata sólo de recaudar más, sino de que los ciudadanos vean valor en lo que pagan. Mientras el Estado no brinde servicios de calidad, la formalización seguirá siendo una tarea pendiente”, enfatiza.

Aunque las realidades de Suecia y Perú son distintas, el mensaje es claro: la estabilidad y el desarrollo se construyen sobre reglas claras, impuestos razonables y un contrato social basado en la confianza. Solo así, el Perú podrá dejar atrás la informalidad y avanzar hacia un crecimiento sostenible.

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