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Déficit fiscal y rescates infinitos: la paradoja de seguir manteniendo a Petroperú, por Camila Costa

Redacción Vigilante Publicado 2:33 pm, 16 Septiembre, 2024

Imagina que tienes un hijo que, cada vez que despilfarra su dinero, en lugar de aprender de sus errores, corre a ti para que lo rescates. Le das más dinero, él lo vuelve a malgastar, y así sigue el ciclo. Al saber que siempre lo salvarás, nunca cambia. Este patrón de dependencia suena familiar, ¿no? Lamentablemente, es exactamente lo que está ocurriendo con Petroperú, la empresa estatal que, a pesar de estar prácticamente quebrada, sigue siendo rescatada una y otra vez por el Estado, con el dinero de todos los contribuyentes.

Apenas unas semanas después de que el directorio de Petroperú renunciara en protesta por la inacción del gobierno para implementar reformas serias, el 13 de septiembre, el Gobierno aprobó un nuevo rescate financiero de US$750 millones. Esto, a pesar de que el ministro José Arista prometió que no se destinaría ni un sol más de los contribuyentes para salvar a la empresa. Este ministro perdió toda su credibilidad. Así, el Estado sigue haciendo malabares financieros para mantener a flote una compañía que debería haber sido reestructurada hace años. Y eso que estamos viviendo un contexto de déficit fiscal y crecimiento minúsculo.

A cambio de este salvataje, se han propuesto medidas como la venta de activos no esenciales y la reducción de su presupuesto en un 30% para 2025. Sin embargo, nada cambia de fondo. Sigue el mismo ciclo: más dinero para tapar agujeros de una empresa que se ha vuelto un barril sin fondo. Petroperú arrastra una deuda gigantesca que supera los US$8,500 millones, financiada con el esfuerzo de los ciudadanos que ven cómo sus impuestos se desvían hacia una entidad en perpetua crisis, en lugar de mejorar la calidad de servicios esenciales como salud o educación.

Hasta ahora seguir manteniendo a flote a Petroperú nos ha costado a todos los peruanos S/20,200 millones divididos en garantías, aportes y préstamos. Y no hay ningún indicio de que este ciclo de despilfarro e ineficiencia vaya a terminar pronto. Los contribuyentes ven cómo sus recursos se diluyen en una estructura burocrática sin resultados visibles, hipotecando el futuro del país. El impacto de este rescate no solo afecta las finanzas públicas, sino que también debilita la competitividad del sector energético y obstaculiza la atracción de inversión privada, vital para el desarrollo económico.

El uso del Banco de la Nación para financiar parte de este rescate es particularmente peligroso. La creciente concentración del crédito de Petroperú en la hoja de balance del banco pone en riesgo su estabilidad. Si la empresa estatal no logra estabilizarse, el Banco de la Nación podría necesitar un rescate propio, lo que sumaría una nueva carga financiera al Estado y afectaría la calificación crediticia de otras entidades públicas. Este riesgo no solo pone en peligro las finanzas del banco, sino también la confianza en el sistema financiero del país.

La persistencia en rescatar a Petroperú mientras el país enfrenta un déficit fiscal crónico y costos crecientes es un reflejo claro de doble moral en la gestión económica. El Estado, que no deja de apretar a los contribuyentes formales con nuevos impuestos- como el impuesto Netflix- y mayores cargas, ignora un costo monumental que sigue sangrando las finanzas públicas: Petroperú. En lugar de cortar de raíz este gasto ineficiente y descontrolado, el gobierno elige perpetuar el ciclo de rescates, desviando recursos que podrían destinarse a mejorar servicios esenciales como la salud y la educación.

Es inconcebible que, en medio de un contexto económico crítico, donde cada sol cuenta, el Estado no solo continúa alimentando un barril sin fondo, sino que también arriesga la estabilidad del Banco de la Nación al cargarle parte de esta carga financiera. La hipocresía de exigir más a los contribuyentes mientras se sigue dando de comer a Petroperú no solo minimiza la confianza en las instituciones, sino que también socava la capacidad del país para construir un futuro más prometedor. La doble moral es evidente: exigir a los ciudadanos un mayor esfuerzo mientras se perpetúan errores que deberían ser corregidos de raíz. ¿Hasta cuándo seguirá este ciclo de rescates y crisis? ¿Hasta cuándo el Gobierno seguirá malgastando el dinero de los contribuyentes?

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