¿Gastamos más, pero ganamos menos?
Ni en el escenario más absurdo e irracional, un emprendedor, pobre, rico, de clase media gastaría más dinero del que gana. Es decir, nadie gastaría plata que no tiene. Si no tienes dinero te ajustas el pantalón. Te vuelves más austero. Ahorras. Dejas de gastar en cosas innecesarias.
Pero el Estado Peruano y en general los estados modernos hoy en día no piensan así. Ellos asumen que los emprendedores y empresarios siempre pueden ser exprimidos hasta el máximo y que, por lo tanto, su burocracia siempre se podrá mantener. Para eso sirve la SUNAT: una de las agencias recaudadoras más eficientes, profesionales y eficaces del continente.
Lamentablemente, esa mentalidad es inexplicable para quienes emprendemos y cuidamos el dinero, pero justificable en la mente de los políticos y funcionarios estatales. Su forma equivocada de pensar proviene de la burbuja en la que se encuentran; burbuja que se sostiene en que menos de 1200 empresas pagan el 70% del IGV y el 80% del impuesto a la renta de tercera categoría. Con eso les basta, piensan. Mientras tanto, estas empresas no pueden invertir, no contratan más trabajadores, estancan sus proyectos y se ajustan el pantalón, generando una parálisis en toda la cadena empresarial, de arriba hacia abajo.
El hecho de que sigan incrementando el presupuesto del Estado no solo es injustificado por la situación económica global, regional y nacional, sino además porque una vez que ese dinero entra a las arcas del Estado no se gasta de la manera correcta. Fíjese querido lector. De cada 10 soles que el Estado confisca del contribuyente, casi 7 sirven para mantener la burocracia del Estado, así como está, sin ningún valor agregado, ningún resultado, o indicador de logro, simplemente mantenerla porque sí. Estos 7 soles se van a una partida o tipo de gasto que se llama “gasto corriente”. Evidentemente, esta partida se gasta “completita”, al 99% sino 100% cada mes y cada año.
De los otros 3 o 4 soles que deberían invertirse directamente en obras, proyectos, servicios, en un rubro llamado “gasto de capital” o “inversión pública”, resulta que nuestras autoridades nunca llegan a gastar más del 70%. Es decir, nunca dejan de ganar un sueldo, pero si las obras quedan paralizadas, son mal hechas o se roban la plata destinada a las mismas, no pasa nada, es dinero, se puede desperdiciar o devolver al Estado.
Del otro lado, el contribuyente formal que prácticamente le da al Estado 4 de cada 10 soles que gana para pagar impuestos, aportes, trámites, tasas, y otras contribuciones, ese contribuyente hoy la pasa mal. Los precios de los productos que compra son más altos, la gasolina es mucho más cara (por culpa de Petroperú), los fertilizantes son más caros, el transporte también, etc. Por esta razón, invierte menos, gasta menos, y, por lo tanto, gana menos.
Entonces, mientras los contribuyentes la pasamos mal, el Estado acumula más dinero en sus manos para supuestamente cumplir una “función social” que en realidad cumplen a medias y de forma mediocre e ineficiente. Hemos escuchado, aunque suene increíble, decir a algunos funcionarios que al Estado “le falta dinero” para cumplir ese rol social, con lo cual manifiestan que realmente viven en una burbuja injustificable. Lo que debe hacer el Estado Peruano es tomar al toro por las astas, y eliminar cargos duplicados en su burocracia, reducir entidades estatales que no sirven para nada, mandar a su casa a asesores que no deberían hacer el trabajo de los funcionarios de planta, eliminar esos feudos de burócratas “nombrados” que se vuelven intocables, reducir la cantidad de distritos (tenemos casi 1900), entre otras muchas cosas. Pero ya saben, esto no ocurrirá por su voluntad. Esto ocurrirá cuando los contribuyentes nos cansemos y salgamos a las calles no para defender a un político con pies de barro, sino para defender nuestros hogares, nuestra propiedad, nuestro dinero, nuestros bolsillos.
**Realizado por la Asociación de Contribuyentes del Perú y publicado originalmente en Perú21.