¿Por qué fracasó la nueva Constitución que impulsó la izquierda en Chile?
El domingo 4 de septiembre, el 62% de chilenos rechazó el texto que redactó la Convención Constitucional durante un año, pese a que en octubre del 2020, casi un 80% de electores del país del sur se pronunció a favor del proceso constituyente en las urnas. ¿Cómo explicar esta paradoja? Acá algunas aproximaciones.
En octubre del 2020, casi un 80% de los electores en Chile votaron a favor de cambiar la Constitución a través de una Convención Constitucional, pero casi dos años más tarde el nuevo texto que resultó de ese proceso fue ampliamente rechazado en el plebiscito de este último domingo.
El “Rechazo” logró una victoria aplastante, con un 61.9% frente al 38.1% que logró la opción del “Apruebo” la nueva Constitución, al 98% de los votos escrutados.
Esta votación, a diferencia de otras en Chile, fue obligatoria y contó con una participación superior a los 13 millones de los 15,1 millones de votantes convocados, muy por encima de todos los eventos electorales anteriores en el país.
“Esto superó absolutamente el escenario tradicional de la derecha contra la izquierda, y por ello ha triunfado el sentido común”, dijo Javier Macaya, presidente de la Unión Demócrata Independiente (UDI).
Pero, ¿cómo entender el fracaso de este proceso constitucional que impulsó la izquierda chilena y que le costó al país más 22 mil millones de pesos (unos US$ 25 millones de dólares)?
- Los convencionales no estuvieron a la altura
Al estar compuesta por 115 miembros, la mayoría de tendencia de izquierda aunque sin vínculos con partidos políticos, los miembros de la Convención Constitucional actuaron en función de sus sesgos y preferencias, más que de agendas en común a favor del país.
A ello se suma los escándalos y actos vergonzosos que protagonizaron varios convencionales, como cuando la asambleísta constituyente Giovanna Grandón -que tuvo un rol clave en el estallido social del 2019 que desencadenó en el proceso constituyente- se disfrazó de Pikachu en el debate de la convención; o más grave aún, cuando el activista Rodrigo Rojas Vade fingió tener cáncer para ser elegido convencional. Puesto al descubierto, tuvo que renunciar a su curul y devolver lo que había cobrado.
Por último, la arrogancia y las declaraciones y gestos más radicales de los convencionales de izquierda, sobre todo, tuvieron amplio impacto en el debate público, como cuando Fernando Atria, afirmó que la nueva Constitución jamás tendría que ser reformada.
- Críticas al texto constitucional
Producto de la misma composición de la Convención Constitucional mencionada líneas arriba, el producto final que redactaron los convencionales fue un texto 388 artículos permanentes y 57 disposiciones, con un claro sesgo estatista e intervencionista.
Por ejemplo, en la nueva Constitución de Chile -rechazada en el plebiscito por sus propios ciudadanos- el Estado chileno se definía como plurinacional, creaba muchos territorios autónomos con excesivos privilegios sobre otros, lo que implicaba en la práctiva dividir al país.
“Desde hace mucho tiempo, los chilenos tenemos una bandera, un himno nacional (…) cuando juega La Roja (selección de fútbol de Chile), todos somos chilenos”, dijo el expresidente Ricardo Lagos, para explicar el rechazo que generó el concepto de plurinacionalidad en amplios sectores de la población.
Además, en las ultimas semanas de campaña, un hecho que favoreció la corriente a favor del “Rechazo” fue el ultraje de a la bandera chilena en un acto del “Apruebo” en Valparaíso.
A ello se suma lo que menciona Jorge Correa Sutil, exmiembro del Tribunal Constitucional chileno, quen sostuvo que el nuevo texto constitucional no dejaba bien delimitado el ejercicio de la autonomía política y la justicia indígena. “En una cuestión tan importante como la igualdad ante la ley no habría costado nada haber establecido algunos límites”, apunta.
Otro aspecto polémico que generó el fracaso es que la nueva Constitución es muy ambigua en cuanto a la protección del derecho a la propiedad privada, uno de los pilares fundamentales para el desarrollo.
El nuevo texto eliminaba en la práctica también el derecho de propiedad en el ámbito del uso de aguas y minero, porque le daba un poder discrecional al funcionario público al servicio del gobierno de turno para que decida sobre estos territorios. Según expertos, esto iba a generar enorme inseguridad jurídica en tres sectores claves: minería, agricultura e industrial.
Por último, el texto eliminaba el Senado y lo reemplazaba por una cámara de regiones, lo cual no fue bien visto por la mayoría de chilenos que entiende que el Senado es clave para los contrapesos políticos y para tener leyes más reflexivas.
- ¿Qué viene ahora?
En los días previos a la votación del último domingo 4 de septiembre, tanto los partidos del gobierno de izquierda, que hicieron campaña por el “Apruebo”, y la oposición que defendía el “Rechazo”, se comprometieron a continuar el proceso constituyente independiente del resultado del plebiscito.
Así, en un compromiso público por una nueva Constitución, la oposición propuso avanzar hacia un Estado social de derecho, pero marcó diferencia con la propuesta de la Convención, porque ofreció defender el Senado, en vez de reemplazarlo por una Cámara de las Regiones, y reconocer a Chile como un estado multicultural, en vez de uno plurinacional.