Presupuesto 2026 sacrifica inversión en obras para engordar la planilla estatal


El Gobierno ha aprobado el Proyecto de Presupuesto Público 2026 por un total de S/257,562 millones, lo que significa un incremento de 2,2 % respecto al año anterior. La cifra podría sugerir disciplina fiscal, pero al revisar su composición aparece una realidad preocupante: más dinero para mantener una burocracia creciente y menos recursos para obras que el país necesita.
El gasto en personal y obligaciones sociales aumentará en 12 % entre 2025 y 2026, mientras que los fondos para inversión pública se reducirán en 13 %. Es decir, se pagarán más sueldos, pero se ejecutarán menos proyectos de infraestructura, un golpe directo a los ciudadanos que continúan enfrentando hospitales colapsados, trámites interminables, carreteras inconclusas y una educación en crisis.


Las cifras de los servicios básicos son críticas. Siete de cada diez niños no entienden lo que leen. La anemia afecta al 43,7 % de los menores entre 6 y 35 meses, un aumento de 3,6 puntos en comparación con 2019. Más de la mitad de colegios públicos del país —54,6 %— están tan deteriorados que deberían ser demolidos. Y casi el 30 % de la población sigue viviendo en pobreza.
El problema no es nuevo. En la última década (2016–2026), el presupuesto destinado a planillas estatales se disparó en 152 %. Sin embargo, este crecimiento no ha significado mejoras en los servicios públicos. A esto se suma la baja ejecución de inversiones en los tres niveles de gobierno. Los recursos para obras suelen quedar sub-ejecutados o malgastados.
El Presupuesto 2026 desnuda una contradicción estructural: el Estado prefiere sostener su propia maquinaria antes que servir al ciudadano. Con esta lógica, el Perú se aleja de la posibilidad de salir del estancamiento económico y de recuperar la confianza en sus instituciones. La prioridad debería ser clara: invertir en obras y servicios de calidad, no en mantener una burocracia cada vez más pesada y costosa.