Fecha: 22 agosto, 2025 Tipo de cambio : s/ 3.533

Venta de entradas a Machu Picchu: Lecciones en gestión turística de México y Chile

La administración peruana de sitios icónicos como Machu Picchu puede inspirarse en los modelos de México y Chile, que destacan por sistemas digitales integrados, conectividad fluida y alianzas público-privadas, impulsando la recuperación del sector turístico hacia niveles prepandémicos.
Redacción Vigilante Publicado 5:30 am, 22 agosto, 2025

La gestión de Machu Picchu en Perú enfrenta desafíos crónicos, como fallas en la venta online, sobreventa y falta de control de aforos, que afectan a miles de turistas. En 2024, el sitio recibió aproximadamente 1.4 millones de visitantes, superando los 950 mil de 2023, pero aún por debajo de los 1.58 millones de 2019, según datos del Ministerio de Cultura. Esta recuperación parcial se ve obstaculizada por problemas de conectividad aérea limitada en Cusco, y la dependencia de trenes y buses no siempre sincronizados, lo que genera incertidumbre para los viajeros. Sin embargo, países vecinos como México y Chile ofrecen modelos exitosos que combinan eficiencia en ventas, infraestructura robusta e inversión privada, fomentando un turismo sostenible y de alto valor.

El caso mexicano: gestión eficiente de entradas y conectividad

Chichén Itzá, una de las ciudades más importantes y emblemáticas de la cultura maya, situada en la península de Yucatán, en México, es administrada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) del país norteño. Si bien la venta de entradas a cargo de esta institución es presencial, la gestión estatal permite que agencias turísticas y plataformas digitales privadas —tipo Joinnus— ofrezcan la compra anticipada de tickets vía online y sin perder el control de aforos. En 2024, este Patrimonio de la Humanidad atrajo cerca de 2.24 millones de visitantes, similar a los 2.3 millones de 2019, generando ingresos superiores a los 88 millones de USD, parte de los cuales se reinvierten en conservación y comunidades locales, según datos económicos. Las entradas cuestan alrededor de 755 pesos mexicanos (unos 40 USD) y con descuentos para nacionales. Otro ejemplo es Teotihuacán, el segundo sitio más visitado, con un modelo similar de taquillas digitales y paquetes que incluyen guías.

Por otro lado, la conectividad es un punto fuerte: el Aeropuerto Internacional de Cancún, que recibió más de 30.4 millones de turistas el año pasado, ha sido complementado por el nuevo Tren Maya, que conecta Chichén Itzá con Valladolid y Mérida en menos de dos horas, facilitando el flujo turístico. Carreteras modernas y transporte público eficiente, como buses ADO, mejoran aún más la accesibilidad. La inversión privada también es clave: hoteles de lujo en zonas cercanas y servicios turísticos (tours privados, restaurantes) generan empleo y promueven negocios locales. En 2024, México superó sus niveles prepandémicos con un 7.4% más en ingresos turísticos (33 mil millones USD totales), aunque enfrenta retos como costos altos de transporte.

El escenario chileno: eficiencia, planificación y participación privada

Chile presenta un enfoque de integración público-privada en el Parque Nacional Torres del Paine —reconocido por la Unesco como Reserva de la Biósfera—, gestionado por la Corporación Nacional Forestal (CONAF) con operadores privados vía la plataforma aspticket.cl, que ofrece ventas anticipadas y control estricto de aforos para proteger el ecosistema. En 2024, los medios locales informaron que el parque recibió alrededor de 367 mil visitantes, un 20 % más que en 2019, con entradas de unos 49 USD para extranjeros. Otro sitio emblemático es Rapa Nui (Isla de Pascua), administrado por la comunidad Ma’u Henua, también con tickets online que limitan visitas diarias para mantener la sostenibilidad.

La conectividad se da principalmente a través del Aeropuerto Internacional de Punta Arenas, ubicado a dos horas de Puerto Natales. Desde allí, existen buses y movilidades privadas hacia el parque. Para Rapa Nui, hay vuelos directos desde Santiago. Además, hoteles de lujo y carreteras pavimentadas facilitan el flujo. La inversión privada brilla en lodges como Explora y Awasi en Torres del Paine, que ofrecen paquetes all-inclusive y promueven comercio local (artesanías, guías). Chile recuperó el 97% de sus niveles prepandémicos en 2024, con 4.5 millones de visitantes a nivel nacional similares a 2019, pero enfrenta desafíos como la inestabilidad climática.

Una mirada para replantear el modelo

Comparado con Perú, donde Machu Picchu depende de un sistema fragmentado, México y Chile destacan por su integración digital y reinversión. En conectividad, el Aeropuerto de Cusco maneja menos vuelos que Cancún o Punta Arenas, y la vialidad es limitada, afectando la recuperación económica de la ciudad inca (solo 3.26 millones de llegadas internacionales en 2024 vs. 4.4 millones en 2019). La inversión privada en Perú, como sucede con hoteles de prestigio, es creciente pero menor y sin suficiente promoción local. Los retos comunes incluyen altos costos pospandemia y escasez de mano de obra, pero los peruanos también enfrentamos una alta inestabilidad política que detiene el turismo.

Frente a estos ejemplos, la gestión peruana palidece. La fragmentación operativa—donde el gobierno centraliza la decisión pero no la ejecución— y la infraestructura vial y digital insuficiente impiden capturar el valor total del turismo. El caos disuade a viajeros exigentes, daña la marca Perú y pone en riesgo una industria que, antes de la pandemia, representaba alrededor del 4% del PBI nacional y empleaba a más de 1.5 millones de personas. Adoptar estos modelos podría elevar la experiencia y posicionar a Perú como un destino premium.

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