Brechas educativas persisten mientras el gasto en planillas relega infraestructura


Los niños del Perú arrancaron el segundo semestre del año escolar en medio de una realidad alarmante: la educación inicial, pilar fundamental para el desarrollo cognitivo y emocional de los más pequeños, enfrenta brechas que perpetúan la desigualdad social. Según datos recientes del Ministerio de Educación (Minedu) y el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), más de 400.000 niños de 3 a 5 años permanecen fuera del sistema educativo, un vacío que no solo afecta su futuro inmediato, sino que compromete el desarrollo nacional a largo plazo. Esta exclusión se agrava en zonas rurales y periféricas, donde el acceso a materiales, docentes calificados y espacios adecuados es desigual, exacerbando la brecha urbano-rural.
El Índice de Competitividad Regional (INCORE) 2025, elaborado por el Instituto Peruano de Economía (IPE), arroja luz sobre estas disparidades. Vigilante.pe analizó el informe que evalúa 42 indicadores en seis pilares, incluyendo educación, y que posiciona a regiones como Loreto en el último lugar en competitividad educativa, mientras Tacna y Moquegua lideran. En pilares como infraestructura y salud —íntimamente ligados a la educación—, el INCORE destaca brechas persistentes: por ejemplo, en Cajamarca, Amazonas y Apurímac, más del 35% de los estudiantes de inicial y primaria asisten a escuelas con infraestructura en alto riesgo de colapso. Esto afecta a 843.000 niños, equivalentes al 23,7% del total en estos niveles, exponiéndolos a entornos inseguros que limitan el aprendizaje efectivo.
La crítica central recae en la gestión del gasto público. Para 2025, el presupuesto asignado a la función educación asciende a S/ 49.611 millones, un incremento del 6,6% respecto al año anterior. Sin embargo, el 65% de estos recursos se destina a planillas y sueldos, dejando menos del 25% para inversiones en infraestructura, calidad y recursos educativos. Este desbalance es evidente en el aumento sostenido del gasto en remuneraciones estatales: desde 2005, este rubro ha crecido hasta representar el 33% del presupuesto total para 2025, multiplicándose en sectores como educación. En regiones como Arequipa, el gasto en planillas docentes se duplicó entre 2019 y 2024, pasando de S/ 371 millones a S/ 783 millones, sin traducirse en mejoras significativas en resultados educativos.
Esta priorización de sueldos sobre inversiones estructurales revela ineficiencias estatales crónicas. El Minedu ha anunciado incrementos remunerativos para maestros en 2025, permitiendo el acceso a la Carrera Pública Magisterial de 6.000 docentes y ascensos para 25.000 más. No obstante, la brecha de infraestructura educativa se estima en S/ 158.832 millones a diciembre de 2024, según datos oficiales. Un informe del Banco Mundial complementa esta cifra, indicando que se requieren al menos S/ 60.000 millones para cerrar la brecha con cobertura universal en inicial y secundaria. Mientras tanto, indicadores como la anemia infantil y el bajo rendimiento en lectura persisten.
La asignación presupuestaria también refleja una subsidiariedad insuficiente: el sector privado podría jugar un rol clave en el desarrollo educativo mediante alianzas público-privadas para infraestructura y capacitaciones. El INCORE 2025 subraya que regiones con mayores brechas, como Ucayali y Amazonas, necesitan intervenciones que fomenten la participación privada para elevar la competitividad. Expertos advierten que sin reformas, el 90% del desarrollo cerebral —que ocurre antes de los 5 años— se desperdicia en entornos deficientes, perpetuando ciclos de pobreza.
Urge una reevaluación de las políticas: redirigir fondos hacia capacitaciones docentes, materiales innovadores y escuelas seguras, integrando al sector privado para eficiencia y transparencia.