¿Burocracia necesaria? El MTC y los frenos al tren Lima-Chosica


El proyecto del tren Lima-Chosica, impulsado por la Municipalidad de Lima (MML), enfrenta un nuevo obstáculo: la lentitud burocrática del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC). Pese a que la comuna limeña ha gestionado la llegada de trenes para una rápida puesta en marcha, el MTC estima que el proceso de habilitación tomaría alrededor de 39 meses, generando cuestionamientos sobre si los requisitos exigidos son realmente prioritarios o si se trata de trabas administrativas innecesarias.
El MTC insiste en que la habilitación de la ruta tomará 39 meses, argumentando requisitos como la adecuación de estaciones y depósitos para vagones. Sin embargo, mientras el ministerio se enreda en trámites, ¿realmente todos esos procesos son indispensables para arrancar un servicio que Lima necesita urgentemente?
El debate: ¿Burocracia vs. agilidad?
El alcalde de Lima ha priorizado la reactivación de este servicio ferroviario como una alternativa para descongestionar el transporte público. Sin embargo, las críticas no se han hecho esperar, algunas centradas en el estado de las vías y los trenes, pero otras apuntando a un problema mayor: la excesiva burocracia estatal, que retrasa proyectos clave.
Si bien el MTC argumenta que el plazo incluye la habilitación de estaciones y espacios para el almacenamiento de vagones, mientras que desde la MML se cuestiona si estos aspectos deberían ser impedimentos para un inicio progresivo del servicio, especialmente cuando ya se cuenta con lo esencial: las vías, los trenes y la voluntad política.
El caso del tren Lima-Chosica refleja un problema recurrente: la falta de eficiencia del Estado para ejecutar proyectos urgentes. Mientras algunos sectores critican al alcalde por supuestas improvisaciones, otros ven en su gestión un intento por romper con la inercia burocrática que frena obras de interés público.
¿Hay salida? Menos trámites, más coordinación
Expertos en gestión pública señalan que, sin comprometer estándares técnicos o de seguridad, los trámites podrían simplificarse mediante mesas de trabajo entre el MTC y la MML. Además, proponen mecanismos ya existentes, como contratos gobierno a gobierno o obras por impuestos, para acelerar procesos sin caer en informalidades. Para ello, comentan que si el MTC tiene observaciones válidas, debería plantearlas en un plazo razonable y trabajar con la MML para resolverlas. Pero si solo se trata de trabas burocráticas por inercia, entonces está fallando en su rol: facilitar el transporte, no entorpecerlo.
Lo cierto es que, más allá de posturas políticas, la ciudadanía demanda soluciones rápidas en transporte. Si los requerimientos del MTC son técnicamente ineludibles, deberían explicarse con transparencia y coordinarse plazos realistas. Pero si solo responden a trámites redundantes, es hora de revisar esos procedimientos para no postergar indefinidamente un servicio que Lima necesita. Mientras tanto, los limeños seguirán esperando. Y la pregunta seguirá en el aire: ¿La burocracia del MTC —en este caso— protege a los ciudadanos o solo les niega un tren que podría estar funcionando en poco tiempo?