El costo productivo de la informalidad en el país


En el Perú, 7 de cada 10 trabajadores son informales, una cifra que no solo refleja una precariedad estructural, sino también un impacto directo en la productividad del país. Un trabajador formal produce hasta seis veces más que un trabajador informal, según el IPE. En sectores como la minería, esta brecha puede llegar a ser de hasta 16 veces.
La economista del Instituto Peruano de Economía, Paola Herrera, explicó a Vigilante.pe que la diferencia de productividad va más allá del acceso al capital o a la tecnología. «Las empresas informales, que en su mayoría son micro o pequeñas, tienen condiciones precarias tanto en términos de inversión como de entorno laboral. Esto limita el desarrollo profesional de sus trabajadores y, en consecuencia, su productividad», recalcó.
Para Herrera, hay una gran diferencia entre una empresa formal y una informal. Las empresas formales invierten en capacitar a su personal, brindan seguridad social y operan en un entorno con mayores oportunidades de crecimiento, mientras que la informalidad genera un círculo vicioso de baja productividad.
UN SISTEMA QUE IMPIDE EL CRECIMIENTO
La encuesta Nacional de Empresa reveló que el 90,6% de MYPES consideraron que la excesiva carga tributaria y la abusiva fiscalización son factores que impiden su formalización. La economista recalcó que los altos costos de formalización también es una variable que desincentiva la formalización de pequeños empresarios. «En el Perú, pasar de una microempresa a una empresa de mayor tamaño implica un salto muy alto en costos. Desde repartir utilidades al tener más de 10 trabajadores, hasta enfrentar mayores cargas tributarias o rigideces laborales que encarecen el despido», señaló Paola Herrera.
Este triángulo de excesiva carga tributaria, abusiva fiscalización y altos costos para formalizarse, promueve el “enanismo empresarial”: empresas que prefieren mantenerse pequeñas o subcontratar trabajadores para evitar sobre costos, según la especialista. «Tenemos normas que, sin querer, incentivan a quedarse en la informalidad», afirmó.
MÁS ALLÁ DEL COSTO EMPRESARIAL
Los costos visibles de la informalidad son claros: falta de acceso a salud, pensión y financiamiento, pero hay pérdidas económicas que no se cuantifican del todo. «Estamos perdiendo productividad, pero también estabilidad para las familias. Si las microempresas no crecen o quiebran a los dos años, sus trabajadores están más expuestos a cualquier choque económico», advirtió Herrera.
Es por ello que, de acuerdo con Paola Herrera, incentivos correctos podrían revertir este tipo de costos que simple vista no se ven. «Las escalas tributarias deberían ser más progresivas y menos abruptas. También se necesita un enfoque de acompañamiento, no solo sancionador, por parte de entidades como SUNAFIL», resaltó.
