La costosa formalidad: excesiva regulación que asfixia a los emprendedores peruanos
A pesar del alto índice de informalidad en Perú (+70%), el panorama de formalización es hostil para los emprendedores peruanos. El Estado, lejos de incentivar el crecimiento de las micro, pequeñas y medianas empresas, que conforman el 94.2% del tejido empresarial; prefiere subir y crear impuestos, imponer medidas regulatorias extremas y promover un entorno de inversión inseguro para los más pequeños del mercado laboral peruano.
La informalidad es la consecuencia directa de la excesiva burocracia estatal, misma que muchas veces le resta rentabilidad y productividad a las MIPYMES. Un ejemplo de la excesiva tramitología estatal que asfixia a los formales es la creación del “Impuesto Netflix”, el busca aplicar el IGV a los servicios digitales, los cuales resultan indispensables para el funcionamiento de diferentes giros de negocio a nivel nacional. Si bien la medida busca que nos integremos al panorama internacional, lo cierto es que podría alentar la informalidad por el alto costo que implicaría continuar pagando estos servicios.
Muestra de ello también es la reducción de plazos de 12 a 1-3 meses para que los emprendedores accedan a un crédito fiscal, un mecanismo que les permite descontar el IGV pagado por sus compras del IGV que deben pagar por sus ventas al registrar sus boletas y facturas en la plataforma.
Otras medidas como la creación del Perfil de Cumplimiento Tributario, de la SUNAT, también resultan nocivas para los formales, debido a que califican sus movimientos tributarios sin tomar en cuenta que los retrasos en los pagos pueden ser involuntarios o por falta de recursos para cumplir al pie de la letra la normativa. Las modificaciones en torno a las restricciones del teletrabajo y los permisos injustificados para trabajadores también son perjudiciales.
Ser formal se vuelve un hito de muy difícil acceso en el país. Las normas que desincentivan la formalidad reducen beneficios, elevan costos innecesariamente, trasladan competencias del Estado a los privados, entre otros. Si sumamos estas regulaciones a todas las demás normas que ya presionan al emprendedor queda claro porque este sector empresarial se mantiene como pequeño.