Libertad económica y la apertura a la inversión privada: medidas para salir de la crisis
Aunque tenemos muchas cosas de que quejarnos en cuanto a nuestro debate político, si hay algo de lo que debemos enorgullecernos, es que no hemos pasado por procesos “constituyentes” armados para imponer un modelo estatista y populista, bien defendido por las izquierdas peruanas. Miren como navega Chile en aguas turbulentas e inestables, y entenderán a lo que nos referimos. La constitución de 1993, más allá de cómo nació y quién la gestó, puede ser modificada y reformada -lo ha sido varias veces- pero es el mejor instrumento institucional que tenemos. Nos podemos “pelear” por la gestión, la burocracia, el mercantilismo, la corrupción, los niveles paupérrimos de educación y salud estatales, pero ya nadie le cree a la izquierda cuando dice que estos problemas nacen de la “Constitución de Fujimori”. El paralelo con Chile es muy útil.
Hay otro paralelo interesante: el de Perú con la nueva Argentina de Javier Milei. El presidente libertario ha optado por medidas de ajuste y de “shock”, sin que la sintonía sea perfecta, como las que impulsara Alberto Fujimori hace poco más de 30 años. En la década de los ochenta, la desastrosa economía peruana se basó en un enfoque que buscaba estimular el crecimiento mediante la congelación de precios y el aumento de salarios, con el supuesto objetivo de impulsar la demanda y reactivar la actividad productiva.
No obstante, el gobierno liderado por Alan García optó por implementar este programa utilizando las reservas internacionales (El BCR no era autónomo). Pero para ello, debía distorsionar otro factor: el pago de la deuda externa. Con el anuncio del no pago de la deuda externa, el FMI calificó al país como un «país no elegible» para recibir nuevos créditos. Y así llegamos al gobierno de Fujimori, pobres, amenazados por el terrorismo y con una hiperinflación (alcanzando el 114.5% en 1987) y la estatización de la banca, provocaron una crisis en el Perú. ¿Cómo mejoró la economía?
La recuperación económica se inició con un programa de estabilización que unificó el tipo de cambio en el mercado libre interbancario y eliminó los tipos de cambio diferenciados. A partir de las reformas de los años noventa, el Banco Central del Reserva (BCR) adoptó una política más disciplinada, logrando autonomía constitucional en 1993.
En 1990, las autoridades revirtieron políticas proteccionistas, eliminando trabas al comercio exterior. Se suprimieron exoneraciones a importaciones y subsidios tributarios a exportaciones no tradicionales, acumulando reservas internacionales y mejorando la producción. Además, se buscó la renegociación global de la deuda externa, revirtiendo la tendencia negativa en las cuentas externas. Y entonces la pobreza cayó.
La pobreza en el Perú ha disminuido en dos momentos: en los años 90 hasta 1997 y entre 2004 y 2019. Estos periodos coincidieron con un crecimiento económico sólido, superando el 5% anual. Sin embargo, la pobreza aumentó en tres momentos: la segunda mitad de los años 80, entre 1998 y 2003, y recientemente. Estos aumentos están relacionados con crisis económicas importantes, como la inestabilidad de los años 80, la recesión por las crisis rusa y asiática en los 90, y la crisis del COVID. En todos estos casos, la economía se contrajo significativamente.
La evidencia es clara: la reducción de la pobreza se logra con medidas de apertura económica y libertad empresarial. La libertad económica es tan importante como las demás libertades y, por lo tanto, debe ser defendida con la misma solidez y constancia.
*Informe escrito por la Asociación de Contribuyentes del Perú y publicado originalmente en Perú21 con el titulo «Recordar debe ser volver a vivir».