Fecha: 12 septiembre, 2025 Tipo de cambio : s/ 3.476

Cédula gigante 2026: demasiados partidos cascarón

La cédula de las elecciones 2026 será un papelógrafo de 44 × 42 cm. No es casualidad: es la consecuencia directa de la reforma política de 2019, que abrió la puerta a partidos cascarón y nos dejó con una boleta inmanejable.
Redacción Vigilante Publicado 1:04 pm, 12 septiembre, 2025

La herencia de una reforma electoral que nos llenó de partidos cascarón. El 2 de septiembre, el jefe de la ONPE, Piero Corvetto, presentó ante el Congreso el modelo de la cédula que se usará en las elecciones generales de 2026: un papelote de 44 × 42 centímetros, el más grande de la historia electoral peruana. ¿Por qué tan grande? Porque hay demasiadas opciones. Hasta abril de este año, 43 partidos políticos quedaron inscritos para competir en presidencia, vicepresidencias, Senado, Cámara de Diputados y Parlamento Andino.

La explicación está en la Ley 30995, aprobada en 2019 durante el gobierno de Martín Vizcarra como parte de la llamada reforma política. La norma redujo los requisitos de inscripción: antes se pedían 750 mil firmas, ahora basta con un padrón de afiliados equivalente al 0,1% del padrón electoral, unas 25 mil personas. El argumento fue “facilitar la democracia” y abrir el juego político. Pero el resultado es otro: un menú electoral saturado de partidos que carecen de estructura, doctrina o representación real.

La lógica que defendieron los promotores de la reforma fue que, al ser más fácil inscribirse, también sería más fácil cancelar a los partidos frágiles. Pero en la práctica casi nadie se retira del registro y terminamos con un exceso de organizaciones de papel. El efecto ha sido la multiplicación de partidos sin bases sólidas, sin ideología definida y sin representación social, agrupaciones que solo ocupan espacio y que hoy nos obligan a una cédula que parece un mural escolar.

En 2021 había 23 partidos. Hoy hay 43, muchos de ellos cascarones inscritos gracias a reglas laxas que hicieron más sencillo fundar un partido que sostenerlo en el tiempo. El efecto práctico lo veremos en abril de 2026: una cédula que parece un papelógrafo, símbolo de una democracia que se fragmentó al punto de volverse ingobernable. Y mientras los partidos de papel se reparten el espacio en la boleta, el ciudadano tendrá que navegar entre logotipos fantasmas y promesas huecas. La cédula gigante no es un avance democrático: es el espejo desmedido de nuestra política enana.

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