Del aula a la candidatura: ¿cómo ha cambiado el discurso de Vicente Alanoca?


Vicente Alanoca no era, hasta hace poco, una figura conocida en la política nacional. Antropólogo por la Universidad Nacional del Altiplano, docente universitario y dirigente aimara, Alanoca militó en las bases de Nuevo Perú desde la segunda etapa de reinscripción del partido. Hoy es el rostro presidencial de esta agrupación de izquierda, tras la renuncia de Julio Castro y el retiro de Verónika Mendoza de la contienda.
Su elección marca el debut de un nuevo liderazgo político en el país. Pero también reabre una pregunta incómoda: ¿qué tipo de izquierda representa Alanoca?
De las ideas moderadas al silencio incómodo
En una entrevista concedida a la Red de Comunicación Regional en septiembre de 2021, Alanoca deslizaba cuestionamientos sobre el entonces presidente Pedro Castillo y sus asesores más cercanos. Incluso, llegó a advertir —sin dar más detalles— que probablemente Castillo terminaría siendo procesado. Y lanzó una frase que, irónicamente, ahora le interpela: “Lo que necesita el pueblo es sinceridad”.
“Necesitamos sincerar las cosas, no escudarnos bajo la categoría de ‘el pueblo unido jamás será vencido’ ni bajo el discurso de la interculturalidad o el cambio. Hay que ver qué hay detrás de cada uno. Ahora que está un poco movido el escenario de los líderes regionales hay gente que sigue apostando en una misma clásica de colocar alcaldes y presidentes regionales, también como lo hizo Odebrecht colocando presidentes”, dijo Alanoca.
El ahora candidato a la presidencia también señaló que el país debía “refundarse”, habló de revisar el modelo económico y cuestionó la “colonialidad del poder”, citando a Aníbal Quijano. Pidió revisar las concesiones sin miedo, y respaldó una nueva Constitución como una “oportunidad” para repensar el país “en clave intercultural”. “No hay que tener miedo a la nueva Constitución ni a revisar las concesiones. Hay que mirar con ojos críticos”, agregó entonces.
Sus referencias apuntaban más al pensamiento crítico y académico que al discurso de barricada. “Nos han hecho pensar la democracia desde una sola mirada, tenemos que pensar el país en clave de todas las sangres, como decía Arguedas”, sostenía. Pero en 2025, ya como candidato presidencial de Nuevo Perú, el tono ha cambiado.
Críticas al poder, pero sin autocrítica
En una entrevista reciente con el periodista César Hildebrandt, Alanoca evitó calificar a los regímenes izquierdistas de Cuba, Venezuela y Nicaragua como dictaduras. Dijo que “cada país tiene su propia realidad” y que Cuba “tiene un proceso histórico dictatorial, pero hay que inducirla a una democracia más participativa”.
La evasión —más que un gesto ideológico— ha sido leída por algunos como un síntoma de radicalización. En una época de polarización y deterioro democrático, no condenar dictaduras con claridad es una señal de alerta, incluso entre sectores de izquierda.
Alanoca ha sido particularmente duro con el gobierno de Dina Boluarte, a quien acusa de haber “traicionado al país” y de ejercer el poder con “indignación total”. Ha calificado su gestión como dictatorial y ha recordado con énfasis la violencia ejercida en Puno durante las protestas de 2023. “Nos han despojado la democracia”, declaró a La República. “Vivimos en una dictadura”.
Pero cuando se le pregunta por Pedro Castillo, su crítica es mucho más tibia. Aunque reconoce errores en su entorno y califica el intento de golpe del 7 de diciembre como una “expresión” equivocada, no habla de traición ni condena la actuación del expresidente con el mismo énfasis con el que se refiere a Boluarte.
Un partido y un candidato con dilemas
Nuevo Perú y Alanoca enfrentan un dilema que ha desafiado a muchas fuerzas progresistas: cómo construir una alternativa ética y democrática sin negar sus propios errores ni recurrir a una defensa ambigua de autoritarismos.
La figura de Verónika Mendoza —quien optó por no postular en 2026— no tuvo la capacidad de marcar distancias con los sectores radicales de la izquierda ni las dictaduras en países hermanos. Y Alanoca parece seguir el mismo molde. Ha empezado su camino presidencial dejando más preguntas que certezas.
El riesgo de su radicalización no es solo para su candidatura, sino para una izquierda que quiere volver a ser opción sin repetir los errores del pasado. Alanoca ha sido claro en algunos temas, como la necesidad de mejorar la educación, descentralizar el poder y defender la interculturalidad. Pero aún debe responder si está dispuesto a defender la democracia incluso cuando los autoritarismos vienen desde su propio espectro político.