¿Proteger o paralizar? El uso político de las Áreas Naturales Protegidas para frenar la pesca en el Perú


En Paracas, cientos de familias viven desde hace décadas de la pesca. Esta actividad no solo es una fuente de ingresos, sino también una actividad cultural y tradicional arraigada en la zona, según el Instituto Humboldt que busca promover y desarrollar investigación marina y acuícola básica y aplicada para contribuir a la sostenibilidad de las actividades económicas ligadas al mar. Pero, hoy, se ha abierto un debate sobre la pesca industrial más allá de las 5 millas dentro de las Áreas Naturales Protegidas (ANP), aunque hasta ahora no se ha demostrado científicamente que afecte al medio ambiente del mar peruano.
¿Qué dicen los datos? En los últimos 20 años, el 80 % de los desembarques de invertebrados marinos de Pisco provinieron de caletas dentro de la Reserva Nacional de Paracas. Lejos de ser una amenaza, la actividad pesquera ha generado empleo y exportaciones sostenibles, de acuerdo con un reciente estudio del mencionado centro de investigación marina.
Además, en el mismo periodo se han registrado en los desembarques 28 especies de moluscos, 9 especies de crustáceos, 4 especies de equinodermos y 6 especies de algas, utilizadas para exportación sin procesamiento. El informe también detalla que los equinodermos comerciales más importantes de Pisco son el erizo rojo Loxechinus albus y el pepino de mar Patallus mollis. Como es claro, hay una gran riqueza marítima.
Pese a que hay opiniones divididas, hay una pregunta que sigue sin ser respondida: ¿qué evidencia científica respalda no pescar dentro de las áreas naturales protegidas después de las 5 primeras millas? Por el contrario, en abril de este año, más de 400 actores del sector pesquero se reunieron para emitir un pronunciamiento en el que dejan en claro que las ANP no se ven afectadas por la actividad pesquera. Según el pronunciamiento, por ejemplo, la Reserva Nacional Dorsal de Nasca se divide en una zona de Aprovechamiento Directo (de la superficie hasta 1,000 metros) y una zona de Protección (de 1,000 hasta 4,000 metros).
Entre los firmantes se encuentran el expresidente del Instituto del Mar del Perú (Imarpe), Héctor Soldi; la exministra de Producción, Elena Conterno; y el investigador PHD en Oceanografía, Luis Icochea, expertos en la materia. “Es completamente falso que el valor de las ANP pueda verse socavado por la presencia de pesca industrial; por el contrario, pueden coexistir en armonía y respetando el equilibrio entre conservación y desarrollo”, coinciden en el pronunciamiento.
En esa línea, también señalan que los equipos utilizados en la pesca industrial de anchoveta operan hasta 70 metros de profundidad, manteniéndose alejados de las áreas sensibles, mientras que las primeras cinco millas de costa se destinan a la reproducción de las especies.
Restricciones sin evidencias
La Sociedad Nacional de Pesquería (SNP) también lo ha dejado claro: hay una campaña de desinformación. “Se quiere hacer creer que se afecta el alimento de otras especies, pero la evidencia demuestra que la pesca industrial no tiene un impacto negativo en las reservas marinas”, sentenciaron.
Además, la SNP explicó que al revisar información del Imarpe se encontraron indicadores de performance que dejan en claro que es compatible la pesca industrial de anchoveta después de las 5 millas con las reservas marinas y su ecosistema. Por ejemplo, la sostenibilidad de la biomasa de anchoveta de los últimos 20 años es alta, entre 8 a 10 millones de toneladas; además, las poblaciones de aves guaneras y lobos están saludables y en crecimiento; y la pesca para consumo humano directo creció 40 % en la última década.
La verdadera amenaza para el mar no es la pesca formal. Es la ilegal, la que opera sin licencia, sin trazabilidad, sin control ambiental. Pero en lugar de perseguirla, el Estado pone más trabas a quienes sí cumplen la ley. Las decisiones deben tomarse con evidencia científica.