Fecha: 2 julio, 2025 Tipo de cambio : s/ 3.534

Brechas que no cierran: el norte y el sur crecen lento ante la inacción del Estado

Mientras el Ejecutivo celebra cifras de crecimiento económico, la realidad es otra: solo el centro avanza. En el norte y el sur, la inversión privada no llega y la minería formal retrocede.

Redacción Vigilante Publicado 6:10 pm, 1 julio, 2025

Mientras el Estado se jacta de trabajar por igual por todos los peruanos, las cifras demuestran lo contrario. En 2025, la economía peruana creció 3.3 %, pero ese avance solo se sintió en el centro del país. Las macrorregiones norte y sur siguen estancadas, atrapadas entre la falta de inversión, la minería ilegal y el abandono estatal.

Los sectores comercio y servicios han mostrado una recuperación, pero su empuje tiene un límite si no va acompañado de actividad productiva. Lima es el ejemplo más claro: más del 60 % de su crecimiento provino de esos sectores. Sin embargo, en regiones sin minería o energía activa, el crecimiento depende de la agricultura, muchas veces golpeada por el cambio climático.

La inversión privada ha sido clave en el despegue del centro del país. La resolución de conflictos sociales permitió que proyectos mineros y energéticos avancen, generando empleo e ingresos fiscales. En contraste, las regiones donde el Estado no allana el camino ni da señales de estabilidad siguen paralizadas. La correlación es evidente: sin condiciones para invertir, no hay desarrollo.

Sur: entre la minería formal y el retroceso turístico

Apurímac (29,5%), Tacna (5,4%) y Arequipa (4,2%) mostraron un crecimiento sólido gracias a su minería formal, según un reciente reporte técnico del Instituto Nacional de Estadística e Informática. Pero la macrorregión se ve frenada por Moquegua (-0,9%) y Cusco (-8,1%, la mayor caída a escala nacional).

Moquegua, que al cierre del año pasado ya había registrado un descenso en electricidad, gas y agua (-50.6%), minería e hidrocarburos (-3.5%) y construcción (-11.9%), en este primer trimestre del 2025 recuperó su cifra en minería (3,2%). Sin embargo, no fue suficiente para contrarrestar la contracción general de la economía regional, provocada especialmente por la fuerte caída de la manufactura (-11,6%).

Por su lado, Cusco, que antes vivía del turismo, no ha logrado recuperarse desde la pandemia. Y su actividad minera también enfrenta retrocesos: proyectos como Antapaccay y Constancia enfrentan conflictos sociales no resueltos y retrasos en la aprobación de nuevas exploraciones o ampliaciones. La inversión privada ha caído, y con ella, la oportunidad de empleo formal para miles de cusqueños.

Norte: sin minería, sin motores

Piura y Áncash lograron buenos resultados en la pesca industrial —más del 70 % de la cuota de anchoveta, permitiendo la manufactura de la harina y aceite de pescado—, pero no es suficiente para levantar a todo el norte. San Martín, Lambayeque y Cajamarca muestran caídas en sus cultivos; en el caso del arroz, la reducción llegó hasta el 43.9 %. La situación en Cajamarca es crítica: con el cierre progresivo de Yanacocha, su mayor fuente de empleo formal e ingresos fiscales, la economía se desacelera y la informalidad avanza.

Para Cajamarca, dicha operación minera fue su principal fuente de crecimiento durante más de dos décadas. Su paralización ha debilitado el tejido empresarial de la zona y ha significado una fuerte pérdida en el financiamiento de proyectos de infraestructura, salud y educación en la región. Además, no ha logrado levantar proyectos como Conga o Michiquillay, que permanecen paralizados por falta de decisión política en solucionar los conflictos sociales.

Mientras otras regiones crecen, Cajamarca se ha estancado en una economía agrícola informal y de baja productividad. El caso demuestra que sin inversión privada sostenida, no hay desarrollo regional posible, por más recursos naturales que se tengan.

Reinfo, minería ilegal y abandono

Mientras el norte y el sur enfrentan retrocesos, la minería ilegal avanza sin freno. El Ministerio de Energía y Minas ha decidido ampliar el Reinfo hasta fin de año, una medida que en la práctica empodera a quienes depredan el medio ambiente y socavan la economía formal. El Estado no actúa y las brechas se profundizan.

A menos de un año de las elecciones, muchos políticos empiezan a lanzar promesas. Pero el Perú no necesita discursos vacíos: necesita proyectos productivos, menos trabas para la inversión privada y más acción para enfrentar la minería ilegal. De lo contrario, el crecimiento seguirá siendo un privilegio de pocas regiones, mientras el resto del país queda atrás.

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