Carlos Canales en Miraflores: licitaciones dirigidas, obras deficientes y un distrito en crisis


En Miraflores un patrón alarmante ha comenzado a repetirse con demasiada frecuencia durante la gestión del alcalde Carlos Canales. En lugar de transparencia, eficiencia y modernización, lo que ha aflorado es un sistema de contrataciones públicas que favorece a empresas ligadas a redes familiares, adjudicaciones sin competencia real y obras que, lejos de mejorar la ciudad, la sumen en el caos y el descontento ciudadano.
Diversos informes periodísticos han revelado que empresas como Roentiz SAC y Trust Servicios Generales —vinculadas al empresario Mario Neumann— concentraron múltiples adjudicaciones con la Municipalidad de Miraflores, exclusivamente durante la actual administración de Canales. Roentiz, por ejemplo, obtuvo cinco contratos por un total de S/876 mil entre noviembre de 2024 y abril de 2025. Trust, aunque con montos menores, sigue el mismo patrón: contratos cuestionados bajo la sombra del mismo gobierno edil.
Estas empresas no solo comparten vínculos, sino también la costumbre de ganar licitaciones a través de procesos poco transparentes. De acuerdo a las investigaciones, los comités evaluadores descalificaban a empresas más capacitadas con criterios triviales, dejando el camino libre a consorcios vinculados entre sí. Esta situación ha sido denunciada por regidores y vecinos que advierten una estructura institucional que favorece intereses privados antes que el bienestar público.
Dolphin SAC y una supervisión deficiente
La empresa Dolphin SAC es un ejemplo aún más escandaloso. No solo lidera proyectos clave como la avenida Comandante Espinar y el Parque de la Juventud, sino que acumula denuncias, procesos judiciales y una dirección fiscal que actualmente no opera. A pesar de ello, sigue siendo contratista habitual de la administración de Canales. La Contraloría ha detectado irregularidades en los expedientes técnicos de estas obras, lo que sugiere una supervisión deficiente del municipio.
El caso más emblemático de esta crisis institucional es la remodelación de la avenida Comandante Espinar. Con un presupuesto de S/10.9 millones, prometía ciclovías modernas, arborización y veredas inclusivas. Lo que se entregó, sin embargo, fue una obra plagada de fallas: ciclovías interrumpidas, semáforos desconectados, veredas mal diseñadas y una dramática reducción de áreas verdes. Tras la inauguración en mayo de 2025, las «correcciones» han sido constantes, evidenciando un diseño mal concebido desde el inicio.
Pero Espinar no es un caso aislado. Las calles Bolognesi, Porta y Varela comparten un curioso historial de licitaciones a favor de los hermanos Crucinta Gonzales. La adjundicación de la obra en la calle Bolognesi fue otorgada al consorcio Movilidad 11, encabezado por AJC Contratistas SAC, de propiedad de José y Marysol Crucinta Gonzales. En esa licitación también participó el consorcio Calle Bolognesi, vinculado a SIADEC Ingenieros SAC de Edson Crucinta Gonzales. El resultado: un empate. El mismo patrón se repitió en las obras de las calles Porta y Varela, donde los consorcios de los hermanos Crucinta empataron nuevamente, asegurando que los contratos permanecieran dentro del entorno familiar.
La situación de estas obras es caótica. Reportajes televisivos han revelado imágenes de trabajos mal señalizados, accesos bloqueados y zanjas abiertas, provocando accidentes peatonales y pérdidas para el comercio local. Los vecinos miraflorinos continúan renunciando una falta de planificación y sienten que el municipio los ha dejado a su suerte.
Lo más llamativo es que estas empresas —Roentiz SAC, Trust Servicios Generales y Dolphin SAC— comparten entre sí más que contratos: todas están conectadas por una misma red de relaciones —con Mario Neumann como figura recurrente— y un mismo periodo de bonanza: la gestión de Carlos Canales. Este círculo de favoritismo se completa con licitaciones flojas, obras mal ejecutadas y parches tardíos que no resuelven los problemas de fondo.
Canales se defiende y niega vínculos con empresas
El municipio defiende su actuar asegurando que los procesos fueron transparentes. Sin embargo, la realidad dice lo contrario. Las promesas de arborización se han esfumado, la accesibilidad se ha visto comprometida, y la calidad técnica de las obras ha sido sustituida por remiendos improvisados.
“Suspicaces somos todos. Siempre pensamos que todo es incorrecto o que detrás de esto hay un trasfondo económico o comercial o que hay corrupción. El alcalde no ve ese tipo de procesos. Las propuestas llegan por sorteo o porque han apelado al Tribunal de Contrataciones que ha impuesto una determinada empresa”, dijo Canales al asegurar que no tiene relación con ninguna de ellas.
El descrédito hacia la administración Canales se refleja también en redes sociales, donde vecinos califican al alcalde como “el peor que ha tenido Miraflores”. Esta percepción pública no es gratuita: es el resultado de una gestión marcada por la opacidad, la ineficiencia y la sospecha.
El caso Miraflores es un ejemplo claro de cómo la ausencia de control, la concentración de poder en redes familiares y la falta de rendición de cuentas pueden corromper incluso a los distritos más emblemáticos de la ciudad. Si no se implementan cambios estructurales —con licitaciones verdaderamente competitivas, mecanismos de control efectivos y una auditoría externa independiente— Miraflores seguirá pagando obras caras, mal hechas y ajenas al interés común. Todo bajo el amparo de una gestión que parece haber olvidado a quién se debe realmente: a sus ciudadanos.