La estatización del hotel en Machu Picchu: una amenaza para el turismo en Perú


El turismo en el Perú atraviesa una crisis profunda. En 2023, la llegada de turistas extranjeros apenas alcanzó los 2.2 millones, mejorando solo un poco en el 2024, pero aún muy por debajo de los 4.5 millones registrados en 2019. Factores como la inestabilidad política, la falta de promoción efectiva del país y la inseguridad en algunas regiones turísticas clave afectaron gravemente la recuperación del sector. Ahora, la ciudad de Cusco es blanco de controversias, debido a que el Gobierno Regional decidió no renovar el contrato de concesión a la cadena Belmont para seguir administrando el Hotel Sanctuary Lodge, el cual es un símbolo del turismo de lujo en Machu Picchu, ofreciendo un servicio de alta calidad en la entrada de una de las maravillas del mundo.
Esta decisión, lejos de beneficiar al patrimonio y a la economía local, representa un retroceso en la gestión eficiente del turismo en el país. La polémica del Hotel Belmond comenzó en 2013, cuando el entonces gobernador Jorge Acurio Tito modificó ilegalmente el contrato de concesión, lo que derivó en irregularidades detectadas por la Contraloría. A pesar de ello, el hotel operó hasta 2024, cuando el GORE Cusco decidió cancelar el contrato y convertirlo en un «centro de interpretación» bajo gestión estatal. Estas acciones solo traen a la memoria un sin fin de fracasos que representa la administración estatal en rubros como estos. Un claro ejemplo de ello es la venta de entradas a Machu Picchu que, al pasar a manos del Estado en 2024, solo provocó caos, corrupción y pérdidas económicas.
La decisión de estatizar el hotel afecta a más de 3,000 personas que dependen de su operación y, sin un plan de transición ni licitación clara, ésto genera incertidumbre, llevando al Poder Judicial a otorgar una medida cautelar en favor de los trabajadores. Además, el modelo estatal propuesto por el GORE Cusco despierta dudas sobre su eficiencia, considerando el historial de mala gestión pública en el país. La falta de planificación también podría generar conflictos con la UNESCO, poniendo en riesgo la categoría de Patrimonio de la Humanidad de Machu Picchu y afectando el turismo internacional.
PANORAMA DEL TURISMO INTERNACIONAL
El turismo en el Perú aún no alcanza los niveles pre pandemia. Esta crisis redujo el empleo en el sector y afectó su aporte al PBI, que pasó del 3.9% en 2019 al 2.9% en 2024. Machu Picchu también sufrió esta caída, aunque se prevé que reciba 1.5 millones de turistas este año. Sin embargo, la creciente intervención estatal en la gestión hotelera y la falta de estrategias para atraer visitantes podrían frenar la recuperación y restar competitividad al Perú frente a otros destinos.
Perú recibe solo 3.26 millones de turistas, muy por debajo de Brasil (6.77M), Argentina (6.6M) y Colombia (6.39M), a pesar de su riqueza cultural y gastronómica. Este bajo desempeño refleja problemas de infraestructura, inseguridad y falta de promoción internacional.
El turismo en Perú necesita inversión privada, no más burocracia. La estatización del hotel en Machu Picchu ignora el fracaso estatal en la gestión turística, generando incertidumbre y alejando inversiones. Mientras países vecinos avanzan, Perú sigue tomando decisiones que afectan su competitividad. Fortalecer el sector requiere menos intervención estatal y más confianza en el privado. ¿Será capaz el Estado de promover la inversión y alentar el crecimiento de este sector?
