¿Estamos preparados para votar? La crisis educativa y su impacto en el electorado


Las pruebas PISA (Programme for International Student Assessment) pusieron en evidencia la preocupante situación educativa del país. En la última evaluación de 2022, en la que participaron 8,787 estudiantes de 15 años de 337 instituciones educativas públicas y privadas, los resultados fueron alarmantes: 5 de cada 10 alumnos tienen dificultades para comprender lo que leen y 7 de cada 10 solo resuelven operaciones matemáticas básicas.
Para el experto en políticas públicas y CEO de The Learning Factor, Calibra y Espacio Público, Paul Neira, la educación en el Perú evidenció durante décadas sus deficiencias, exponiendo a los estudiantes a múltiples carencias no solo del Estado, sino también sociales y comunitarias. Esto impacta directamente en el desarrollo de sus capacidades cognitivas, lo cual empobrece el desarrollo de la persona. La falta de un entorno educativo óptimo, afecta la formación de ciudadanos con criterio para ejercer su derecho y deber al voto de manera informada.
“La decisión del electorado peruano es profundamente emocional, porque no es cognitiva. No estamos a ese nivel. Si yo no leo, no entiendo lo que me plantea, si yo no tengo un juicio crítico de lo que me propone un candidato ¿cómo lo relaciono con la realidad?”, sentenció.
No solo las carencias sociales forman parte del bajo desarrollo cognitivo de un electorado poco capacitado para ejercer un voto informado. El abuso de la educación virtual por parte del Estado también revela que la educación pública no está preparando ciudadanos informados.
EL IMPACTO DE LA EDUCACIÓN VIRTUAL EN EL ELECTORADO JOVEN
Uno de los grupos que debutará en las urnas en 2026 es el de jóvenes entre 18 y 21 años, quienes cursaron al menos tres años de su educación secundaria en modalidad virtual debido a la pandemia del COVID-19. Neira destacó que este grupo no solo es diferente a quienes votaron en 2021 y 2016, sino que enfrenta mayores dificultades de aprendizaje y análisis crítico.
Se trata de un electorado de aproximadamente dos millones de personas que, según el especialista, «puede definir prácticamente todo». La falta de interacción presencial con docentes y compañeros, así como la dificultad para acceder a materiales educativos adecuados, generó una formación incompleta que podría traducirse en una menor capacidad para discernir entre propuestas políticas sólidas y estrategias populistas. Ello pondría en puestos claves a candidatos con poca preparación en gestión pública o con un discurso populista, acentuando así los problemas estructurales del país.
DOCENTES SIN FORMACIÓN BÁSICA
De acuerdo con el Ministerio de Educación (MINEDU), la brecha de infraestructura educativa en el país asciende a S/ 158,832 millones. Además, señaló que el 16.2% de colegios públicos están al borde del colapso. Paul Niera pone en perspectiva la crisis de infraestructura educativa en el país y enfatiza que, si bien garantizar una infraestructura de calidad es una responsabilidad del Estado, el verdadero impacto en el aprendizaje viene de la formación y motivación de los docentes.
Según Neira, el 60% del aprendizaje de un estudiante depende del desempeño del maestro. A esto se suma el rol del director en el ámbito pedagógico, cuya gestión impacta en un 30%. Sin embargo, tener profesores debidamente capacitados, es otra de las crisis que atraviesa el país. La calidad de formación de los docentes en el país está lejos de ser óptima. Según la Prueba Nacional Docente 2024, 7 de cada 10 maestros no alcanzaron el nivel requerido en principios pedagógicos, matemáticas, comprensión lectora y ciencias. Además, en 2023, el Ministerio de Educación alertó que 134,225 docentes ejercían sin un título profesional.
La crisis educativa en el Perú no solo afecta el desarrollo académico de los estudiantes, sino que también tiene implicancias profundas en la calidad del electorado y, en consecuencia, en el futuro del país. La falta de comprensión lectora y el limitado pensamiento crítico hacen que las decisiones políticas sean más emocionales que racionales. Si a esto sumamos la deficiente formación docente y la brecha en infraestructura educativa, queda claro que el problema es estructural y requiere soluciones urgentes. ¿Estamos dispuestos como sociedad a exigir y trabajar por una educación que forme ciudadanos críticos y mejor preparados para decidir el rumbo del país?
