Formalización minera: buscando el punto medio, por José Ignacio Beteta
Hay algunos que han confundido la postura de la Asociación de Contribuyentes del Perú como una a favor de la ampliación del REINFO. Nunca más falso. Promotores de la formalidad y la cultura del contribuyente, nunca podríamos promover la informalidad. Lo que proponemos es un tiempo de tregua y reflexión para crear realmente un nuevo marco legal sólido e inclusivo a la vez.
Ya no se puede hacer política pública bajo un enfoque supuestamente “técnico”, más aún cuando a lo que llaman “técnico” solo representa a un sector, legítimo, pero finalmente parcial. Así, el Perú no tiene futuro. Nuestra propuesta es mucho más profunda que la de los grupos enfrentados.
La Ley General de Minería de 1992 se promulgó sobre la base de un país informal, enfermo, abandonado por el Estado; y aunque 20 años parecen muchos, para este sector no lo son.
Así, en 2012, no muchos años después de la mencionada Ley del 92, el Estado ya tenía en frente el problema de la superposición de concesionarios y artesanales; y 5 años después, en 2017, le cambió de nombre a la inútil norma que había creado para afrontar este problema y la llamó REINFO.
Hoy, a 32 años de la incompleta Ley de 1992, y a 12 años de una solución que evadió el problema medular, la bomba tenía que explotar. El problema medular siempre fue la superposición. Este método normalizado, pero absurdo de delegarle al concesionario (que tiene intereses particulares) la existencia de mineros en su concesión a través de contratos de explotación en sus términos, casi como si fueran señores feudales, renunciando el Estado a su rol de formalizar y generar institucionalidad permanente, es inestable y poco neutral.
Es evidente que la gran minería no fue culpable de la creación de estas reglas de juego, pero sabía lo que le esperaba o al menos podía intuirlo. Por otra parte, ¿quién podría haber imaginado que el crimen organizado y diversas mafias internacionales se infiltrarían en nuestro tejido social de una forma tan cruel e incontrolable?
Y aun así, en muchos lugares está convivencia funcionó. El problema explotó no por una crisis nacional, sino porque hace pocos años, debido a problemas focalizados en La Libertad, donde naturalmente la empresa formal terminó presa de los efectos de un fenómeno social que no se resuelve con normas o leyes.
El ambiente entonces se ha estresado sobremanera, dejando poco espacio para el punto medio que promueve Contribuyentes y que implicaría algunas renuncias de la gran minería, pero dará como fruto la verdadera eliminación de los criminales e ilegales que se esconden detrás del REINFO. ¿Queremos solucionar un problema general o queremos hacer política pública para tirar debajo de la alfombra futuros conflictos?
Abandonar intereses particulares y sentarnos en la mesa a dialogar, también con los mineros artesanales, es un deber. Muchos de ellos tienen todo el derecho de tener un lugar en la mesa, porque, repito, la Ley de 1992 y la Constitución en cuanto a su artículo sobre las concesiones, se promulgaron en un país enfermo, enfermo de ausencia del estado y de abandono de la formalización de tierras a nivel nacional.
Es hora de ponernos serios por el país. Es hora de dejar la mirada corta y mirar el futuro unidos, no divididos. Está posición principista es absolutamente clara, le guste o no al empresario formal, al gremio, o incluso a los mineros informales, de los cuales creemos no deberían quedar muchos superpuestos sobre concesiones actuales.
Lamentablemente, es la realidad que le ha tocado vivir a ambas partes: están superpuestos, para bien o para mal. Conviven. Pueden verse como hermanos o como enemigos. Pero la realidad se acepta y sobre ella se construye, nunca se evade.