¿Es verdad que el Perú es un país de violadores?
Al año, la Policía Nacional registra alrededor de 6,263 denuncias violación, mientras que el Programa Aurora atiende anualmente a 6,929 víctimas de violencia de género y sexual. ¿Qué están haciendo nuestras autoridades para frenar el incremento de los casos? ¿Por qué la sociedad se sigue haciendo de la vista gorda con este tema tan preocupante?
¿El Perú es un país de violadores? Si bien es una interrogante difícil de asimilar y responder, es lamentable escuchar que muchos peruanos afirman a viva voz que nuestro país se ha convertido en la cuna de decenas de degenerados que fueron capaces de robarle la inocencia a mujeres, niños y niñas sin que la sociedad haga algo por cambiarlo.
Pese a que las marchas y manifestaciones nunca cesan y que, por el contrario, se vuelven más fuertes luego de un suceso que causa conmoción a nivel nacional, este tipo de protestas no terminan siendo útiles en el contexto en el que vivimos.
El último domingo 9 de octubre, un grupo de 5 hombres, entre ellos un menor de edad de 16 años, doparon y violaron a una niña de 11 años en un domicilio abandonado en la ciudad de Huancayo (Junín). Según información de la Policía Nacional, la menor, quien fue encontrada 3 días después de ser reportada como desaparecida, fue captada con engaños por los sujetos a través de redes sociales.
Actualmente, los 5 sujetos identificados como Jonathan Huaraca Pareja (25), Alexis Poma Aguirre (20), Elías Ramos Aguirre (20), Marco Sinche Zacarías (20) y David A.R. (16) están en manos de la Fiscalía, pero los familiares de la víctima piden celeridad en los procesos legales y que los responsables obtengan la pena máxima.
Datos que causan terror
Hechos como este ocurren, lamentablemente, cada semana en nuestro país. Por este motivo es que muchos no dudan al asegurar que estamos rodeados de violadores, quienes se pasean por las calles libres de remordimiento debido a que nuestra justicia y leyes no son aplicadas con la misma fuerza sobre todos.
Durante el último año, el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) registró un total de 10,074 reclusos que purgan condenas por delitos de abuso sexual contra menores, es decir, el 11.55% de la población penal está privada de su libertad por violación a niños, niñas y adolescentes.
Si bien esta cifra es solo referencial en relación al número de casos confirmados, debido a que muchas víctimas nunca denunciaron o que, incluso, sus abusadores aún siguen prófugos de la justicia, sí nos permite tener un acercamiento a lo que viene ocurriendo en nuestro país.
Otros datos que resultan sumamente importantes para comprender por qué el Perú ha sido catalogado como un país de violadores por sus propios habitantes es que, según lo reportado por el Programa Nacional para la Prevención y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres e Integrantes del Grupo Familiar, 6,929 mujeres, niños, niñas y adolescentes requirieron de atención luego de ser víctimas de abuso o agresión sexual durante el 2021.
Asimismo, la Policía Nacional del Perú registro durante el 2021 un total de 6,263 denuncias por violencia sexual de diversa índole.
¿Qué están haciendo nuestras autoridades?
Pese a lo preocupante que resultan estas cifras, a la fecha, no hemos escuchado a hablar a ningún congresista sobre proyectos de ley que verdaderamente beneficien a las víctimas de este tipo de actos y que, por supuesto, ayuden a evitar nuevas violaciones.
Mientras nuestras autoridades debaten por twitter si una niña debería dar a luz a un hijo producto de una violación, decenas de mujeres que aún no están preparadas para ser madres pasan por un calvario psicológico luego de ser abusadas sexualmente.
¿Acaso ya no fueron suficientes niños, niñas, adolescentes y mujeres abusadas como para evitar seguir con este círculo vicioso que solo antepone el ego y creencias al dolor y salud física y mental de las víctimas? ¿Acaso ya no estamos cansados de escuchar cada semana que abuelos, padres, primos, hermanos o completos desconocidos sigan abusando a menores de edad? ¿Acaso ya no es momento de prevenir estas situaciones con acciones que verdaderamente sean útiles y factibles? La última palabra la tienen nuestras autoridades, pero también, nosotros. Es hora de parar de ser cómplices con nuestro silencio.