Cómo impacta en Boric el contundente rechazo a la nueva Constitución en Chile
Redacción Vigilante
Publicado 12:31 pm, 6 septiembre, 2022
Los resultados del plebiscito marcan la primera gran derrota para el joven presidente izquierdista y la generación de políticos que ascendió al poder junto con él, lo que además pone en entredicho los cimientos del proyecto político que encarnaron, según analistas. ¿Qué puede pasar ahora?
El rechazo al texto de la nueva Constitución en Chile supone un duro revés para el presidente del país, Gabriel Boric, quien asumió el cargo en marzo pasado como abanderado del proceso constituyente. Había llegado al poder al lograr el 56% de los votos en la segunda vuelta de las elecciones chilenas, con solo 36 años de edad.
Pero el texto de la nueva carta política que redactó una convención electa especialmente para ello, mayoritariamente de izquierda y apoyada por Boric, de la misma tendencia, fracasó estrepitosamente en un plebiscito el último domingo 4 de septiembre: tuvo 62% de votos de rechazo, más de lo que anticipaban las encuestas.
Casi de inmediato, Boric anunció que buscará «un nuevo proceso constitucional» con el Congreso, fuerzas políticas y sociedad civil. «Recojo con mucha humildad este mensaje y lo hago propio», dijo en referencia a los resultados del plebiscito.
El mandatario chileno había tratado de desmarcarse de los escándalos y la incertidumbre que generaban las propuestas de los convencionales, y se comprometió a «mejorar» el texto constitucional si era aprobado, lo cual no fue bien visto por sus aliados de la izquierda.
Aun así, no fue suficiente y, en efecto, el rechazo a la nueva Constitución marca la primera gran derrota para Boric y la generación de políticos que ascendió al poder junto con él, lo que además pone en entredicho los cimientos del proyecto político que encarnaron, según analistas.
Boric entra en la política chilena como uno de los líderes de las protestas estudiantiles de 2011, pero su llegada a la Presidencia está directamente vinculada al proceso constituyente, que se inició tras el estallido social de 2019 y que acaba de fracasar.
Sin embargo, la izquierda no estuvo a la altura del encargo, que implicaba cambios fundamentales en un país tradicionalmente conocido como destino favorito de las inversiones y que fue por años ejemplo de desarrollo en la región, pero con produndas desigualdades sociales.
En el caso de Boric, el apoyo a su gestión empezó a desplomarse sostenidamente, casi en forma proporcional al rechazo que acumulaba la Convención Constitucional que el presidente apoyaba decididamente, debido básicamente a los escándalos de sus integrantes y a propuestas que generaron preocupación en amplios sectores de la población chilena.
Por ejemplo, el nuevo texto constitucional pretendía definir a Chile como un Estado «plurinacional» con muchos territorios autónomos con excesivos privilegios sobre otros.
También buscaba eliminar el Senado, crear un sistema de justicia paralelo para los grupos indígenas y suprimir la capacidad de declarar el estado de emergencia para restablecer el orden público, esto último en un contexto en el que se ha disparado la delincuencia en el país, lo que afectó además la popularidad de Boric y se convirtió en la principal preocupación de los votantes.
«Boric va a estar más débil, porque esto es una derrota para él, pero si ejerce el liderazgo puede construir algún tipo de coalición para reformar la Constitución, porque hay consenso en que debe hacerse», apunta en la BBC Peter Siavelis, un experto en política chilena de la Universidad de Wake Forest.
Pero aún parece muy pronto para saber si las distintas fuerzas políticas chilenas seguirán el llamado de Boric para insistir rápidamente con el cambio de Constitución; tampoco está claro si se haría convocando a una nueva Convención Constituyente o por otro camino.
Sea como fuere, los analistas destacan que desde la derecha política chilena, que tiene la mitad del Senado y más de 40% de los diputados, han dado señales de apertura a una nueva Constitución que incluya demandas como la consagración de un Estado democrático de derecho.