Editorial: Las verdaderas batallas e intenciones, por José Ignacio Beteta
Mientras tuiteros, pseudo periodistas o pseudo influencers progresistas o de izquierda intentan atacar a líderes de centro derecha o derecha, y aquellos de centro derecha o derecha hacen lo propio con sus adversarios ideológicos, el país se desangra en su núcleo, y su núcleo lamentablemente es el Estado, su burocracia y sus autoridades.
Vigilante ha dado cuenta de la lista interminable de funcionarios y técnicos que se escaparon de la burocracia al ver como viene siendo copada por cualquier personaje menos por profesionales que saben de gestión pública. Capturan día a día el Estado sindicalistas, veterinarios, familiares o amigos del presidente Castillo, paisanos, partidarios de Perú Libre, que no solo ignoran el rol técnico que deben cumplir, sino que además tienen una agenda ideológica contra la democracia, la modernidad, la empresa, la propiedad privada y la libertad.
También hemos mostrado como en diversas regiones del país las obras de infraestructura en servicios públicos que las autoridades deberían estar impulsando, o no se licitan, se retrasan, se paralizan, o se manchan de corrupción. Veamos los casos de Majes Siguas y Chavimochic. Obras que traerían cientos de miles de puestos de trabajo pero que se quedan en el limbo por años. Ocurre lo mismo en cientos de obras más pequeñas en Piura, Puno, Arequipa, Cusco y casi todo el país: los millones de soles que se desperdician son muchos, y los que siempre pierden son los más pobres.
Y lo anterior es lo urgente. En lo importante, seguimos sin implementar reformas de fondo. Hoy, presidente, congresistas, gobernadores regionales y alcaldes no necesitan ningún requisito educativo y profesional para poder postular (obligación que cae de madura y que podría ser una de las primeras reformas constitucionales de este Congreso).
Hoy abundan regidores, gerentes municipales y asesores que llenan una planilla estatal enorme, pero que podrían ser reemplazados por un porcentaje mucho menor de personas mejor pagadas, pero más eficientes, profesionales y capaces. Las entidades del Estado están repletas de módulos de atención vacíos, pero cuentan con decenas de guardianes, navegadores, secretarios y administrativos que no pueden ser despedidos porque la estabilidad laboral en el Estado es aún mayor que en el sector privado (¡!).
En este desolador contexto, me pregunto si vale la pena que algunos medios, “influenciadores” o periodistas, de derecha o izquierda, en redes sociales o en medios tradicionales, dediquen la mayor parte de su tiempo a atacar a sus adversarios ideológicos, con mentiras e intrigas insignificantes e intrascendentes, aun sabiendo que en este momento el enemigo es otro, está en casa, en el cuarto, en tu propia cama y constituye la mafia delincuencial, informal y agresiva mas grande de la historia del Perú, a todas luces.
Ciertamente estos líderes, periodistas e influenciadores “justifican” los ataques que se dirigen en que ambas tendencias ideológicas quieren tomar el poder con formas y planes diferentes, pero llama la atención que lo sigan haciendo en este momento. ¿Es que no saben elegir bien las batallas? ¿O es que no les interesa el país y al contrario, saben perfectamente qué batallas elegir porque lo que quieren es poder mas no el bienestar de todos? Pregunta que queda para la reflexión.