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EDITORIAL: Frío, frío, hombre… , por José Ignacio Beteta

Redacción Vigilante Publicado 5:11 pm, 7 enero, 2022

El apurado anuncio de una “tercera ola” sirvió poco tiempo como distractor de la precaria situación del presidente Castillo. Esta no tiene que ver con una conspiración ideológica preparada desde un sector político o empresarial ni con algún otro enemigo oculto. Ni la “derecha” ni la “centro derecha” peruanas tienen hoy liderazgo, se entienden a sí mismas, y mucho menos podrían liderar un complot sofisticado.

Así, la constante e imparable caída política del “profesor” se debe principalmente a su incapacidad para tomar control de las diversas cuerdas para escalar que ahora lo sostienen. Ojo. El presidente de un país siempre se encuentra en una situación sensible, como si estuviera en el ascenso de una montaña con grandes paredes.

La primera cuerda que un presidente debe asegurar es la de su entorno. Y en este aspecto, Castillo falló. Todo lo que rodea al presidente fue y es oscuro: sus sobrinos, ministros, su secretario en Palacio, el líder de Perú Libre, las decenas de sindicalistas, paisanos y amigos que asumieron y asumen cargos públicos son la mejor muestra de ello. ¿Es posible que el profesor no se diera cuenta de esto? Improbable. Hablamos de un hombre de casi 60 años, con familia, hijos y una vida de activista político, de un hombre que sabe cómo se maneja su entorno. Nada más lejos de la ingenuidad.

La segunda cuerda que debe asegurar un mandatario es la de sus propias decisiones. Y Castillo Terrones tampoco supo hacerlo. Quitarse el sombrero de noche para entrar clandestinamente a una casa en Breña y reunirse con individuos que luego serían descubiertos en potenciales actos de corrupción solo confirmó que ya no estábamos frente a un presidente ingenuo o “ignorante”. Huir de Lima y de cualquier contacto abierto y público con la prensa también.

Ambas “cuerdas” mal asidas demuestran que el profesor no es un político ingenuo o de “espíritu infantil”. Las acciones y omisiones del presidente, por el contrario, son una señal de que es un hombre muy frío y bastante calculador. Así, quienes aún quieren construir una imagen de político primerizo o imberbe a su alrededor, solo lo favorecen o confunden a la población.

Así como Vizcarra tuvo a su Maximiliano Aguilar, y Humala o Villarán tuvieron a su Favre, Castillo tiene a sus propios asesores y conspiradores, políticos y legales, ayudándolo y hablándole al oído. ¿Quiénes son? Tarea urgente para la prensa.

Los recursos de su abogado, el retroceso de la fiscal de la Nación, el silencio de Dina Boluarte, los arrebatos de Aníbal Torres, todos estos hechos son parte de un entramado que se construye silenciosamente y que de ingenuo no tiene nada, pero seguramente servirá o para salvar el pellejo del presidente, o para garantizar una transición de poder hacia algún amigo de la misma banda. Un frío, frío, hombre, resultó ser el profesor, y con la misma frialdad se le debe vigilar a él y a quienes lo rodean en las siguientes semanas, porque la ciudadanía no merece un gobierno poco transparente, que no rinde cuentas, sin norte, haciéndose pasar por ingenuos y con una agenda que busca deteriorar nuestra ya precaria institucionalidad.

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